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Un antiguo proyecto

sábado, 22 de octubre de 2016

Texto, Paula Donoso Barros. Producción, Carolina Ovalle N. Fotografías, José Luis Rissetti.
Decoración
El Mercurio

Es el que esta pareja hizo realidad en Isla de Maipo. Con sus propias manos, creatividad, bajo presupuesto y gran sentido de familia, levantaron la casa que un día, mientras pololeaban, dibujaron en un papel y en la que ahora verán crecer a sus hijos.



Es una bonita historia de amor. El año 2009, Bernardita y Juan Pablo estaban recién pololeando y soñaban con algún día tener una casa construida por ellos en un lugar ideal. La dibujaron incluso en un papelito: un módulo con lo justo y necesario, bien acotado y "bien americano", en el sentido de que no había cabida para una nana. Siete años después, y con mucha agua pasada bajo el puente, están casados, a un mes de que nazca María Gracia y viviendo en algo "muy parecido al mono del papel", según Juan Pablo Olave.

Él, que entretanto abandonó Derecho en quinto año y armó su propia constructora, se encargó de la casa. "La hicimos con los mínimos costos y un par de maestros", dice. "Uno es el Negro Piñera, un carpintero que andaba a pata pelá entre los escombros. Y si uno le decía algo, contestaba: 'Chis, si uno viene descalzo al mundo...'. Y el otro es uno bien chasquilla con que hicimos todo lo eléctrico".

Lo más importante es que fuera funcional: "Que todo nos cupiera en los metros para los que nos alcanzaba la plata".

Pero sin descuidar detalles. Como que, desde el portón de la parcela, la vista atraviesa el sitio, la casa y llega hasta el bosque del final. "Son pequeñas cositas que no van en el precio de la casa, sino en el cariño que uno le pone para emplazarla. Es harto mérito de mi vecino, que nos ayudó a orientarla, porque él quería que siguiera el feng shui -de lo poco que entiendo es que circulen bien el aire, la luz y las energías- para que se desarrollen bien los críos que lleguen", planifica Juan Pablo.

Lo más caro fue el radier.

-Elegimos este sitio porque su deslinde es un canal y tiene agua a muy poca profundidad. Es genial para los árboles, porque todo pega y ya de grandes no es necesario regarlos, pero para evitarnos cualquier problema de humedad puse buen suelo.

El resto era simple. Buscar mucha luz. Los dos habían vivido en el campo, en casas chilenas, con mucho alero y, por lo mismo, mucha sombra. Ahora soñaban con espacios luminosos. "Necesitamos luz para activarnos", dice Bernardita Zegers.

Usaron materiales de demolición, maderas del sur.

-Trajimos durmientes de roble y coigüe; los laminé en un aserradero y los pusimos como tapa. Adentro tiene un sándwich de paneles, como cualquier casa, con capas de siding, internit, aislación, tablero de OSB y volcanita, tiene muy buena aislación. Lo novedoso es que los durmientes habitualmente no se usan para exteriores, y claro, la madera se torció en algunas partes, el efecto que quedó es casi nerudiano, y nos encanta.

Living comedor en un volumen con amplios ventanales, unido a la cocina lavadero. Un espacio que el plano dejaba como comedor, en la práctica quedó demasiado estrecho y se convirtió en una "walking despensa", genial, donde se guardan loza, máquinas y abarrotes. En el pasillo hacia los dormitorios arreglaron un sector de trabajo para Bernardita, y una de las tres piezas la usa Juan Pablo como escritorio. Otra, junto al principal, espera a María Gracia. Todos los dormitorios se iluminan por ventanitas en altura, que calibran perfectamente la luz. "Fue por seguridad. Nos sentimos menos expuestos; el resto de la casa es casi transparente".

Con muebles heredados, regalados y encontrados han creado un ambiente que los representa. Juan Pablo le da el mérito a Bernardita: "Es busquilla, se mete a las tiendas y pregunta cosas como: '¿Y no tiene esta silla más barata? ¿Alguna que tenga la pata doblá?'. ¡Y saca descuento! Tiene una modista en El Monte que le hace las fundas; transforma cosas que compra en la feria, a ella le encanta eso".

Los 5.000 m2 los comparten con sus siete perros: fox terrier y filas brasileños, jóvenes y ancianos. Incluso uno de ellos duerme adentro de la casa, cuando a Bernardita le toca quedarse sola. Nadie se complica, hay espacio para todos.

Encontraron una vida sana. la huerta de los padres de Juan Pablo, que viven muy cerca, les da vegetales frescos todo el año, incluso espárragos y alcachofas.

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