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Estadísticas de la Fiscalía Metropolitana Centro Norte durante 2016

Lesiones y drogas: los delitos de mayor incidencia al interior de las cárceles de Santiago

domingo, 25 de septiembre de 2016

Andrea Chaparro
Nacional
El Mercurio

Ingresos en últimos nueve meses superan los 2.300. Baja tasa de denuncias por robos y abusos sexuales apuntaría a "cifra negra", propiciada por los códigos intramuros, relacionados con tolerancia a ciertas conductas o solución personal.



Uno estuvo involucrado en una pelea, otro fue descubierto con drogas, mientras que un tercero fue sorprendido distribuyéndolas. Todos estaban cumpliendo condena en una cárcel de la jurisdicción centro norte de la Región Metropolitana, y -según estadísticas de la fiscalía de esta zona- las denuncias por delitos cometidos al interior de estos recintos penitenciarios superaron las 2.300 en los últimos nueve meses.

La mayor cantidad de reportes corresponden a lesiones (de distinto tipo) y a porte, consumo o microtráfico de sustancias ilícitas, que sumados representan cerca del 25% de los casos. En el otro extremo de la escala, y contrario a lo que pudiera proyectarse, las denuncias por robos y abusos sexuales son muy bajas. No más de una veintena en el período.

¿Existe una cifra negra? "Creo que sí. En general, vemos que los delitos que son denunciados son aquellos contra las personas y los de la Ley de Drogas. Llama mucho la atención, por ejemplo, que tengamos un muy bajo índice de delitos contra la propiedad; eso habla, creemos nosotros, de una cifra negra", responde la fiscal jefa de Alta Complejidad Centro Norte, Ximena Chong.

"Eso -dice la investigadora- habla de conductas que son toleradas o resueltas por vías directas, distintas de la denuncia".

En el caso de los abusos sexuales ocurridos al interior de estos establecimientos penitenciarios, este fenómeno se repetiría.

Las denuncias son más bien espaciadas en el tiempo, afirma Chong, quien cree que también en este ámbito de ilícitos, probablemente, pueda registrarse una cifra por debajo de la real. "Hoy, por ejemplo, en lo que ha ingresado este año, solo hay seis ingresos por delitos de violación", comenta.

Alza en detección de microtráfico

Estas son denuncias que hacen los propios internos, sus familias o Gendarmería por hechos ocurridos en los penales Colina I y II, la Penitenciaría (CDP Santiago Sur), Santiago I y Capitán Yáber. "Una muestra relevante a nivel país" por el tamaño de los recintos, dice la fiscal.

O, de alguna forma, una manera de radiografiar la situación de este tipo de ilícitos.

-En su experiencia, ¿percibe que ha aumentado o disminuido el número de ingresos de denuncias en los últimos años?

"Diría que los ingresos son similares. Sí han aumentado un poco los ingresos por microtráfico de drogas, a propósito de la utilización de mejores mecanismos de control para las personas que entran a las cárceles (visitas y personas que proveen algún servicio, entre otras), sobre todo en Santiago I y la Penitenciaría".

Además de reportar casos que involucren a reos, Gendarmería debe hacer lo mismo cuando detecta a alguno de sus funcionarios o personas ajenas al recinto, pero con acceso a él, en conductas reñidas con la ley.

Ese trabajo de la institución penitenciaria es calificado positivamente por la investigadora. "Creo que ha ido mejorando con el tiempo. Hoy tiene una Dirección de Investigación de Asuntos Penitenciarios", que colabora con la labor del Ministerio Público, y "hemos tenido investigaciones exitosas (ver recuadro) en materia de tráfico de drogas, de cohecho, de tormentos y apremios ilegítimos", comenta Chong.

El problema de los testimonios

Sin embargo, no es fácil realizar investigaciones al interior de los recintos penitenciarios. Entre las dificultades -menciona la fiscal- está el adecuado manejo del sitio del suceso, teniendo en consideración que "muchas veces los hechos ocurren en lugares donde solo Gendarmería puede acceder y donde, muchas veces, este acceso no se produce de manera inmediata; por lo tanto, eventualmente el sitio del suceso puede verse alterado".

Las características propias del lugar afectan también la "fluidez de los testimonios". Hay aspectos que son propios de la cultura intramuros relacionados, por ejemplo, con ciertos códigos de lealtad, a lo que se suma la desconfianza de muchos en los órganos de persecución penal y la posibilidad de enfrentar amenazas reales si se testifica, describe.

Chong relata que hay, en general, reticencia de los internos a declarar, y más aún de hacerlo en juicio, pero algunos tras salir de la cárcel han cambiado de opinión, porque se sienten más seguros, y ello ha permitido reactivar indagatorias archivadas, e incluso llegar a condena.

"Esos problemas -agrega- son todavía mayores cuando investigamos delitos cometidos dentro de las cárceles por los propios gendarmes, porque ahí no solo está el legítimo temor de las personas privadas de libertad, sino que también, en ocasiones, se producen círculos de protección respecto de la persona que está siendo eventualmente investigada".

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