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1885-1972 | Poeta estadounidense

El legado crítico de Ezra Pound

domingo, 25 de septiembre de 2016

FRANCISCO VÉJAR
Revista de Libros
El Mercurio

Por primera vez se edita de manera íntegra, en castellano y desde Chile, el volumen Ensayos literarios , publicado originalmente en inglés, en 1954.



"Ezra Pound fue para la poesía lo que Einstein es a la física", sentenció el poeta estadounidense e.e. cumings. Así lo confirma la reciente publicación de sus Ensayos literarios , bajo el sello de Tajamar Editores. La selección y prólogo de T. S. Eliot hacen del volumen, traducido al español por Julia J. de Natino y Tal Pinto, una irrefutable joya para la literatura. El lector puede encontrar aquí desde los poetas provenzales hasta lo más granado de D.H. Lawrence o Robert Frost. No en vano el autor de La tierra baldía (1922) escribió en el prefacio: "Espero que este volumen pueda poner en evidencia que la crítica literaria de Pound es la más importante de toda la crítica contemporánea dentro de su género, tan importante, en efecto, que no podemos prescindir de ella".

Imaginista y polémico por antonomasia, Ezra Pound (1885-1972) fue una especie de filántropo para su época, que no tuvo un final feliz, hacia fines de la Segunda Guerra Mundial. Según Ernest Hemingway, le dedicaba más tiempo a mejorar la suerte de sus amigos que a atender su propia obra. Aun así, dejó huella en su generación y en las venideras.

Este volumen ensayístico fue dado a conocer en 1954 en su idioma original. Y es la primera vez que se edita, de manera íntegra, en lengua castellana y desde Chile. El tomo se divide en tres capítulos: "El arte de la poesía", "La tradición" y "Los contemporáneos". Al interior de ellos encontramos textos dedicados, por ejemplo, a Guido Cavalcanti, donde hace alusión a un soneto de Guido Orlando que fue inspiración para la obra de Cavalcanti. Orlando, apuntó allí: "Di, ¿qué es el amor, de dónde nace?/ ¿A dónde su rumbo se encamina?/ ¿Es substancia, es accidente o memoria? (...)/ ¿Qué cosa es el amor?/ ¿Tiene un rostro?/ ¿Forma real o es vana semejanza?/ ¿Es el Amor vida, o es muerte?/ Tú has de saberlo".

Las primeras vanguardias

A través de este volumen podemos visitar el medievo del ya citado Cavalcanti y su amigo Dante Alighieri, como situarnos en las primeras vanguardias del siglo XX. No es casual que consignara el arte de Brancusi, Joyce o el mismo T. S. Eliot. A este último lo destaca en una crítica publicada en la revista Poetry, en 1917. Ahí escribió: "Eliot es uno de los pocos poetas que le han otorgado a su poesía un ritmo personal, una cualidad identificable de sonido y también de estilo. De cualquier forma, su libro es lo que mejor se ha escrito desde... (por el bien de la paz, dejaré esa fecha a la imaginación del lector): He leído la mayor parte de los poemas repetidas veces. La última vez que leí el libro completo fue a la hora del desayuno y en esas endebles hojas de prueba de imprenta. Me parece que estas son condiciones que lo ponen a prueba. Y no tengo más remedio que reconocer, 'qué diablos, el individuo sabe escribir'".

En la sección "El arte de la poesía" hay un ensayo llamado Una retrospectiva, que se transformó en un auténtico manual para quienes anhelan acercarse a lo esencial de lo poético. Aduce Pound en ese texto: "Creo en un ritmo absoluto, vale decir, un ritmo en la poesía que corresponda exactamente a la emoción que se intenta expresar. El ritmo de un poeta debe ser interpretativo, personal, infalsificado e infalsificable".

He aquí su pasión: la literatura y de manera proverbial. Tanto es así que en los peores momentos de su vida, le sirvió de oxígeno para seguir adelante con sus proyectos monumentales. Pero nos queda su impronta: la devoción por Henry James, Remy de Gourmont y Lionel Johnson, entre muchos otros creadores.

El autor del ABC de la lectura (1934) y de los Cantos pisanos (1948), por citar solo dos de sus libros, es ya una leyenda.

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