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Nuevos proyectos

Raúl Zurita: "Nunca he actuado con cálculo"

domingo, 25 de septiembre de 2016

Pedro Pablo Guerrero
Entrevista
El Mercurio

El poeta chileno prepara una gran instalación en India sobre el drama de los refugiados, mientras, en Chile, el sello Alquimia acaba de reeditar "El paraíso está vacío" (1984).



"Tengo 66 años y las he pasado todas, pero está bien, no me quejo, estoy contento, creo que mi trabajo está empezando a ser comprendido más allá de tanta pequeñez", comenta Raúl Zurita, sentado en el living de su casa. Habla con cierta dificultad. Es el párkinson, pero también mide sus palabras para no sonar hiriente. Durante los últimos meses se ha visto involucrado en varias polémicas. El año se inició con una fuerte controversia a través de redes sociales con el poeta Leonardo Sanhueza, sobre las sanciones de cárcel que han recibido los violadores de los derechos humanos. Hace poco menos de un mes intervino en los debates a propósito del Premio Nacional de Literatura, lamentando que no lo hubiera obtenido Elicura Chihuailaf, y tuvo un áspero intercambio en la prensa con el ganador, Manuel Silva Acevedo. En julio, Zurita había recibido el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, que agradeció con un discurso en La Moneda en el que partía afirmando: "Chile, mucho antes de ser un país fue un poema", en alusión a "La Araucana", de Alonso de Ercilla. Destacó el vínculo que ese soldado español hizo entre el destino del nuevo territorio con el de la poesía , pero también con la "violencia extrema", anidada en nuestra historia. "Soy un poeta chileno, soy un hijo de esa violencia y de esa delicadeza", declaró en esa oportunidad.

Por estos días, Raúl Zurita viene llegando de un viaje a Italia, junto a Paulina Wendt, y está abocado al proyecto "El mar del dolor", instalación que va a inaugurar en diciembre, en la Bienal de Kochi-Muziris, India. Va como invitado especial al encuentro donde han estado Yoko Ono y otros artistas internacionales. El proyecto de Zurita se relaciona con los refugiados sirios. El lugar donde se llevará a cabo es una sala completa (un galpón), en la cual va a colgar ocho cuadros de siete metros de altura por 3,40 de ancho, con frases breves, todas en inglés, como: "¿No me escuchas? ¿No me miras? / En el mar del dolor". Al fondo de la sala hay un poema de Zurita de resonancias dramáticas (ver recuadro).

"El texto -explica- alude al artista Ai Weiwei, quien hizo una performance donde posa igual que la fotografía del niñito sirio muerto al borde del mar. Me pareció horrible. Como del hermanito no hay fotos -igual que de miles de sirios ahogados-, yo escribo que ningún artista podría posar como él, que ningún artista podrá darnos ese golpe bajo: aprovecharse de la tragedia mundial de un niño, como lo hizo este chino".

El piso estará cubierto completamente por agua de mar (Kochi es un puerto del estado indio de Kerala), "de modo que quien quiera ver el poema deberá entrar al agua que tiene una profundidad de 40 centímetros, igual que el borde del mar donde fue encontrado el niño muerto", detalla Zurita. El poeta visitó Kochi en diciembre de 2015, oportunidad en que ofreció un recital junto a su traductora al inglés, Anna Deeny Morales, editora de la antología "Sky Below: Selected poems" (Northwestern University Press).

"Filmar en papel"

Mientras su obra se traduce en Estados Unidos, el sello Alquimia recupera su libro "El paraíso está vacío", editado por primera vez en 1984, con una tirada de apenas 75 ejemplares, a cargo de Mario Fonseca, el mismo artista que había editado "Anteparaíso" (1982). Mucho tiempo después, el poema fue incluido en "Zurita" (Ediciones UDP, 2011) y en la antología "Qué es el paraíso", hecha por Rafael Rubio (Ediciones Tácitas, 2013), pero no había vuelto a circular en Chile como texto independiente. La iniciativa de reeditarlo fue de Guido Arroyo, ex alumno de Zurita en la Universidad Diego Portales. Su autor recuerda que escribió el poema en 1983, de un solo impulso. "Habían empezado ya las protestas. 'El paraíso está vacío' registra ese clima social enardecido, con una represión brutal en poblaciones como La Legua y Villa Francia. Ahora lo que me sorprende es que no era solamente el clima de Chile. Tiene un tono de final anticipado. La técnica del libro era casi como filmar, pero sin película, filmar en papel. Una película hecha en papel. No hay prácticamente intervención del yo", observa.

-¿A qué se refiere con un final anticipado?

"Siento que el libro retrata el clima que se está viviendo hoy día en el mundo, en general, y en Chile, en particular. Es bastante apocalíptico. Lo he sentido como si lo hubiera escrito ahora. Esta vertiginosidad del daño, del mal, de violencia sobre violencia, sin un minuto de sosiego. Lo que vemos va desde la foto de los encapuchados con el rector de la Universidad Alberto Hurtado, esa imagen tremenda, que te recuerda inmediatamente a los yihadistas encapuchados junto a sus víctimas. Y tú dices en qué segundo va a empezar a morir gente. Entonces estoy un poco angustiado. La sensación de que estamos pasando por un momento que no alcanzamos a dimensionar lo amenazante que es. Por otro lado, en las redes la gente expresa una ira infinita. El lenguaje está diciendo algo fuerte. Es un momento de inflexión peligroso. No creo que la solución sea el fomento de la lectura o solo la educación. Es mucho más hondo".

-¿Qué pensó cuando Germán Carrasco afirmó en este diario: "Todos quieren ocupar el sillón de Neruda. El poeta de la patria", y dijo que usted era "el último poeta propiamente tal, de la patria"?

"Lo encontré divertido. Germán es un buen poeta, jodido, pero muy buen poeta. No, no tengo la intención de ocupar ningún trono. Yo he hecho siempre, para bien y para mal, lo que he necesitado hacer con urgencia y con desesperación. Me es inevitable, con mis equivocaciones y con los posibles aciertos. Antes decían que yo tenía una agencia de publicidad, hoy me suena tan ridículo, porque ahora sí que hay publicidad: las maquinarias de los agentes, sin ir más lejos. Nunca he actuado con cálculo. No puedo, no está en mi naturaleza. Cuando saqué la antología 'Cantares', dijeron: 'Se quiere entronizar, lo hace para agrupar en torno a él a los poetas jóvenes, está conspirando con ellos'. Los poetas jóvenes son traidores por definición, un requisito básico del poeta joven es que muerda la mano que le da de comer. ¡La forma más fácil de granjearme enemigos es publicar una antología de poetas jóvenes!".

-También se critica la monumentalidad de sus proyectos.

"Yo creo en un asunto potente, donde se te va la vida. Creo que a pasiones a medias hay obras a medias, y a mí me gustan los autores que tienen convicción artística. Juan Dávila, por ejemplo. Yo hice el 'Zurita' no para espantar a nadie con un libro de 700 páginas. Tardé 12 años. Ahora estoy empeñado en terminar una nueva versión de 'La vida nueva'. Ambas obras son las dos caras de lo mismo: la blanca y la negra, el día y la noche, incluso tienen la misma estructura. Las cosas que me gustan tienen cierta idea de totalidad, de lo que pueden ser llamadas obras totales, contra la tiranía del fragmento. Ya es un lugar común decir que -como se acabaron las utopías, vino el derrumbe de los socialismos reales y la ciencia no puede conocerlo todo y está cada vez más especializada- se terminaron los megarrelatos y es imposible ir más allá del fragmento. ¿Por qué? ¿No será lo contrario? Que precisamente el arte debe responder a todo esto con propuestas absolutas, de largo aliento, con convicciones. El minimalismo está bien, pero a veces es una excusa que esconde la falta de pasión".

-El año pasado anunció una acción poética en la costa que hay entre Arica y Pisagua. ¿Cómo avanza ese proyecto?

"Lo siento cada vez un poquito más cerca. Serán proyecciones de luz en los acantilados: 'Verás un mar de piedras'... Empiezan al atardecer y a medida que va oscureciendo, se notan más las frases. 'Y llorarás' es la última. Ahí se para la proyección, que cruza la noche y se diluye con la luz del amanecer. Queda solamente el ruido del mar, que para mí es una gran imagen de la muerte personal. Se acaba todo. Es tu vida rompiéndose. Se me está armando ya el dibujo que según Borges uno va a conocer al final de sus días. El diseño de una obra que es paralela a la vida y cuyo único sueño es algún día fundirse con ella, ser una sola. Porque la vida debería ser la obra de arte, pero no lo es, entonces uno escribe y hace todas estas cosas con la ilusión de que en el último momento se junten".

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