Dólar Obs: $ 953,75 | -0,27% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.227,29
IPC: 0,40%
Juárez:

La colonia del momento en CIUDAD DE MÉXICO

domingo, 25 de septiembre de 2016

POR Bárbara Muñoz S., DESDE MÉXICO.
Crónica
El Mercurio

Los barrios o "colonias" Roma y La Condesa aún dominan la escena ondera, pero la vecina Juárez -alguna vez hogar de una aristocracia aficionada a las mansiones de corte francés- es el sitio donde hay que estar hoy en la capital mexicana. Por estas razones.



La señal era clara: la Lonja MX, la feria itinerante de diseño y moda más ondera de Ciudad de México, que solo se hace dos veces al año y únicamente en espacios emblemáticos, se haría esta vez en colonia Juárez.

No en La Condesa.

No en la Roma.

En la Juárez.

Juárez es la nueva colonia que se hace notar en CDMX (ya no se dice "DF"), ciudad que fue elegida por The New York Times como mejor destino del mundo para visitar este 2016. Y en esta capital donde el diario estadounidense dice que "pasa de todo", mucho de lo que hoy está pasando, pasa en Juárez. Una colonia que comenzó a renacer -lentamente- hace un par de años y que hoy vive un verdadero boom, con aperturas de restaurantes y bares top, cafeterías hipsters, galerías de arte y tiendas de vanguardia.

La Juárez es "la nueva Roma".
No es el primer apodo que se gana. Conocida como "la pequeña Europa" por sus enormes mansiones de arquitectura afrancesada y sus adorables (y aún apacibles) calles con nombres de ciudades de ese viejo continente -en la Juárez las calles se llaman Londres, Lisboa, Marsella,  Milán, Lucerna-, esta colonia mantiene todavía la atmósfera de barrio. Mientras en la Roma, la colonia vecina, se exprimen los domingos hasta la noche, la Juárez aún se guarda a dormir temprano. Pero ese ambiente todavía tranquilo, a escala humana, se combina con una sensación latente, efervescente y ansiosa: la sensación de que aquí todo está por ocurrir.

Este domingo, por ejemplo, la Lonja MX está que explota. El DJ, instalado con su mesa de controles en medio del patio interior de una enorme casona, programa ska cubano. Y el público -parejas jóvenes, artistas, extranjeros, familias- se mueve al ritmo mientras avanza entre medio de las tiendas y sigue comprando. Por allá venden muebles; por acá, ropa; del otro lado, joyas. Todo de diseño independiente mexicano. Para comer, los restaurantes proponen tacos de atún, mientras en la imponente barra de micheladas la gente hace fila para pedir su cerveza, su tequila, su mezcal, líquidos que los bartenders combinarán con jugo de limón, hierbas, menta o pepino.

Los rincones de Casa Modelo, la enorme casona de principios del siglo XX donde está instalada la feria, están adornados con luces.  Y aunque eso ayuda a pasar por alto el mal estado de la casa misma, es fácil adivinar que la construcción tuvo tiempos mejores.

"La Juárez es el presente", me había dicho Fernando Gómez, un fotógrafo mexicano, acerca del barrio de moda hoy en su ciudad. "Puede que la colonia Santa María la Ribera sea el futuro, pero la Juárez es el presente".

Es un presente luminoso.
No fue siempre así.

UN PASADO AFRANCESADO
La historia dice que colonia Juárez fue planeada y urbanizada bajo el nombre de colonia Americana a fines del siglo XIX, pero que fue durante el Porfiriato -el período de gobierno de Porfirio Díaz entre 1876 y 1911- cuando alcanzó su época de oro. Fue entonces cuando las familias más ricas de México construyeron enormes palacetes de influencia francesa ahí. De esta forma, la Juárez llegó a ser la colonia más grandiosa de la ciudad. Pero cuando estalló la revolución y Porfirio Díaz partió al exilio, la aristocracia se empobreció y la nueva clase dominante no quiso identificarse con ese barrio. Las casas quedaron abandonadas y la colonia se vino al suelo. Más tarde, el devastador terremoto de septiembre de 1985 empeoró notoriamente las cosas: muchos edificios colapsaron o tuvieron que ser demolidos.

Hoy, el resurgimiento de la Juárez (que tiene una ubicación privilegiada, al lado de las colonias Roma y Condesa, muy cerca del Paseo de la Reforma y de los Bosques de Chapultepec, donde está el Museo de Antropología) ha tenido mucho que ver con ReUrbano, un grupo de arquitectos que se ha dedicado a restaurar casas e inmuebles históricos de la zona, tratando de conservar su arquitectura e interviniendo lo menos posible los edificios.

Ellos fueron quienes le pidieron al aplaudido chef Eduardo García, dueño de los restaurantes Máximo Bistró y Lalo, que pusiera su siguiente restaurante en la Juárez. Y para eso le ofrecieron instalarse en el primer piso de una casona del año 1910, que quedó abandonada luego del terremoto y que ellos habían remodelado, recuperando los vitrales de la fachada y utilizando cubiertas de zinc en las barras para darle un look parisino.

El chef, fogueado en las cocinas francesas de los restaurantes Brasserie Le Coze y Le Bernardin en Nueva York, además del Pujol en la misma Ciudad de México, decidió entonces abrir una brasserie. El restaurante se llama Havre 77 y es un encantador bistró que combina platos tradicionales franceses como soupe à l'oignon (sopa de cebolla) o boeuf bourguignon, con una barra de ostras. Además, en el sótano, tiene una cava con capacidad para doce personas donde guarda vinos y jamones.

"Este es un lugar donde se respeta la historia de las casas antiguas", dice Carolina Kopeloff quien, en sociedad con Manuel Sekkel, maneja Casa Fusión, un bazar de arte y diseño alternativo que reúne tiendas de diseñadores mexicanos, productos orgánicos, una galería de ilustración, un foro de espectáculos y un café. Durante años fue un proyecto itinerante, pero en 2014 decidieron fijar residencia y se instalaron en una casona de 1.500 metros cuadrados de la calle Londres, que tiene un enorme patio donde ahora cuelgan coloridos banderines mexicanos de papel picado.

"Nos topamos con la casa un poco por casualidad cuando la colonia Juárez todavía estaba verde. Hoy, después de más de 3 años, es de las zonas más trendy de la Ciudad de México y la que tendrá mayor crecimiento", dice Carolina.

Jacky Mota, dueña de Loose Blues, una muy cool combinación de tienda y restaurante que ha sido definida como "un pedazo de Williamsburg en México", y que está muy cerca de ahí, en la Plaza Washington, dice que ha visto cómo han ido subiendo los precios en el sector. Junto a su socio y pareja, Shota Kimura, llegaron al barrio en 2013. "Nos mudamos primero a vivir a la Juárez y nos gustó mucho la cercanía con los puntos más importantes de la ciudad. Además, es una de las colonias más antiguas y aún se siente un ambiente de barrio. Sigue siendo una colonia de día y no de noche", resume.

El año pasado, Jacky y Shota decidieron expandirse y armaron un bar-restaurante en el segundo piso, al que se accede por una escalera exterior en forma de caracol. El lugar es uno de los más visitados y onderos de la zona, y a veces es escenario de sesiones de jazz.

Pero no todo es renovación y emprendimiento estilo hipster en la colonia Juárez de hoy. Muy cerca de Loose Blues está la tienda Dioses de México, un pequeño local donde puede encontrar artesanía típica de Oaxaca, incluyendo los muy tradicionales alebrijes, coloridos seres fantásticos tallados en madera de nopal.  Y con esa combinación a la vista, se entiende que lo de Juárez hoy es abrir espacio a todo.

LA AVALANCHA HIPSTER

Hace 89 años que en la esquina de las calles Chapultepec con Niza está el famoso Salón Niza, una tradicional cantina atendida por garzones ya mayores que caminan a paso lento, que mantienen impecables sus chaquetas blancas y que saludan con un "Estimado doctor" a los parroquianos que llegan a la hora de siempre, para instalarse en las mesas de siempre, ya sea para jugar dominó o probar su sabrosa cocina típica.

Y mientras eso pasa, apenas unos metros más allá, una pareja de franceses llega en bicicleta al recién inaugurado K-fé POD, un café que se define como "social, alternativo y de coworking". Detrás del proyecto está Emmanuel Carretero, un francés que lleva seis años viviendo en México y que decidió abrir un local pequeño y acogedor, ambientado con sillones grises, paredes de ladrillo, lámparas industriales y música indie.

Emmanuel Carretero apunta a un público joven o profesional que trabaja en la zona. Por eso tiene wifi gratis, impresoras "de acceso libre", mesas comunales para reuniones y cargadores y auriculares disponibles para la gente que viene. Además, ofrece libros para intercambiar y mandalas para colorear. "Me interesó la zona porque hay una buena dinámica profesional, entre edificios de oficinas y trabajadores freelance. Es un barrio que está cambiando mucho, pero donde todavía hay oportunidades", dice.

También con aire europeo, y en la calle Liverpool, acaba de cumplir un año el Distrito Fijo Club de Ciclismo (DFCC), un concepto de club inspirado en los "café-bicis" escandinavos. Se trata de un taller donde reparan, limpian y mantienen bicicletas, pero que es a la vez una tienda donde se puede comprar accesorios y ropa especializada, además de tomar un café. Y uno de los buenos.

En un martes cualquiera por la tarde, The Bravery, la desaparecida banda neoyorquina, suena fuerte en este local mientras el garzón -barba, camisa escocesa- se acerca a la barra que da a la calle para traer un espresso que está perfecto: fresco, recién tostado y molido.

Mario Montelongo es el fundador de DFCC y explica que decidió abrir su local en la colonia Juárez por su ubicación cercana a Reforma, por el acceso que tiene a ciclovías y por la importancia que ha tomado el barrio en los últimos meses. "Todavía no se ha vuelto tan hip como la Roma o la Condesa, aunque va por ese camino", asegura.

Otro reducto hipster por aquí es Milán 44, en la esquina de Milán con Roma: un mercado urbano emplazado en un moderno edificio de cuatro plantas que tiene diferentes opciones de comida y tiendas. Y, por cierto, cumple con todos los clichés de la tendencia: se venden productos orgánicos, hay un centro de yoga, una barbería y tiene el restaurante más lindo del barrio, llamado Ojos de Agua, donde se puede comprar frutas y verduras de temporada y tomar jugos naturales servidos -por cierto- en frasco de conserva, y todo esto en un ambiente industrial-luminoso con detalles chic. A este lugar la mayoría de los clientes llega, por supuesto, en bicicleta.

En una veta más popular, en la esquina de Lucerna con Lisboa hay unos coloridos murales de arte callejero -el taxi típicamente mexicano o dibujos de las populares catrinas andando en bicicleta- que dan la bienvenida a Comedor Lucerna, que abrió en noviembre del año pasado. Es un comedor urbano (una especie de patio de comida, pero al aire libre) donde hay mesas de madera que se comparten con otros clientes y donde se encuentran locales de pizzas, de mariscos, hot dogs, hamburguesas, café, helados y cabritas, además de una barra de cervezas y cócteles.

"Somos tres socios los que creamos el concepto después de tomar algunas ideas de lugares que nos gustaron de Nueva York, Bogotá y Buenos Aires, pero siempre contemplando que estamos en México y dándole ese espíritu", dice uno de los fundadores, Marco Di Battista. Y el toque mexicano se nota: las pantallas exhiben lucha libre y el olor a ahumado y ajíes invade el local. A nadie parece importarle que la ropa quede "pasada". Es el lugar donde hay que estar.

"Sentimos que la Juárez hoy en día es como la Roma de hace 10 años. Sin duda está desplazando a la Roma o La Condesa. Hoy es un lugar con infinitas opciones de restaurantes, bares, antros y speakeasys. Eso hace que la gente que busca nuevas opciones se enamore de este barrio", dice Mario.

UN PASEO CULTURAL

Varios artículos de la prensa mexicana e internacional dan cuenta del otro boom que vive la zona: más allá de la gastronomía y los cafés onderos, está la dimensión cultural. En los últimos tres años, tres de las más interesantes galerías de arte contemporáneo han abierto en el sector: José García en la calle Dresde, Karen Huber en Bucareli y Marso en una mansión histórica de la calle Berlín.

La movida teatral también se abre espacio: el Teatro El Milagro, en Milán 24, es imperdible para quienes quieran ver obras de peso (y si ya están por ahí, pueden pasar a comer al muy recomendable restaurante Sole Raw and Oyster Bar, en la calle General Primm). En Teatro Milán, ubicado en Lucerna 64, hay buenos montajes de estilo más comercial y, para una experiencia más íntima, está Foro 37 (dentro de Casa Fusión) donde se presentan obras de teatro, monólogos, standup o conciertos para no más de 50 personas. Ahora, La Americana Club (en Lucerna 42) es ya una experiencia para más osados. Allí se presentan espectáculos del llamado "teatro de inmersión", en el que el espectador tiene un rol activo en el desarrollo de la obra.

Y así, el barrio suma y sigue. Por decir algo más: para los fanáticos de esas librerías en las que el tiempo parece detenido, en la calle Liverpool, número 12, está la pequeña Librería de Paso Jorge Cuesta, de libros usados, que lleva ese nombre como homenaje al fallecido poeta, ensayista y editor mexicano. Entrar ya es toda una experiencia: hay que esquivar la ruma de libros antiguos y hacerse camino entre sillas y antigüedades que están por todas partes. Pero bien vale la pena la visita. Una sensación que se tiene a cada rato en la colonia Juárez.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia