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La creación literaria de la escritora Donna Leon:

El lado B de Venecia en nueva novela del inspector Brunetti

sábado, 27 de agosto de 2016

María Soledad Ramírez R.
Cultura
El Mercurio

"Las aguas de la eterna juventud" es el libro 25 de la saga de este detective que se mueve por las no siempre resplandecientes aguas de la Serenissima .



Ella pertenece a una larga lista de escritores que han caído rendidos ante Venecia, como antes lo hicieron Henry James, Lord Byron y John Ruskin, entre otros. Donna Leon es estadounidense -nació en 1942 en Nueva Jersey- pero vive en la ciudad italiana desde 1981, y como la describió una periodista de The Telegraph que la entrevistó hace años, parece una perfecta veneciana, con su modo elegante y sus quejas sobre la burocracia estatal.

En esa ciudad es donde Leon ha situado su larga saga de historias de crimen, investigadas por un entrañable detective, Guido Brunetti, casado con una aristócrata veneciana, Paola, y padre de dos hijos, hoy adolescentes, saga que se inició con "Muerte en La Fenice", en 1992. La escritora publicó a comienzos de año la novela número 25 de Brunetti, libro que llegó hace algunas semanas en español a las librerías de Santiago.

"Las aguas de la eterna juventud" (Seix Barral, 335 páginas, $16.900) reafirma en su trama, escritura y descripciones por qué su autora está en la lista de The Times de Londres de los 50 más grandes autores de novela negra del mundo.

Leon ganó este año el prestigioso Premio Pepe Carvalho que entrega la ciudad de Barcelona a autores de la novela negra mediterránea, destacando al detective como uno "tozudo, paciente e incansable en la búsqueda de la justicia, por encima de lo que diga la ley".

En "Las aguas de la eterna juventud" esas características de Brunetti están presentes, pero no en un caso estrictamente policial. Acá, el comisario escarba en el pasado para dilucidar si la caída de Manuela a un canal -cuando era una joven de 16 años- fue un accidente o un intento de asesinato. Manuela hoy tiene 30 y quedó con problemas neurológicos. Su abuela, la contessa Lando-Continui, le pide ayuda al detective para saber la verdad.

Paralelo a la búsqueda de Brunetti se despliega una serie de subtramas -la inmigración, el hackeo de correos electrónicos, la restauración patrimonial de la ciudad- que le dan sustancia y realismo a la Venecia literaria de Leon.

"Esta novela confirma que Leon siente cada vez menos inclinación a lo truculento, mientras narra la muerte de la ciudad que ama, Venecia, auténtica principessa de la serie", comentó Elena Costa en el suplemento del diario El Mundo, El Cultural, sobre la novela. "No entiendo ese afecto extraño que muchos autores y lectores tienen hacia la violencia física. Lo encuentro muy extraño", señaló la misma Leon a comienzos de año en una entrevista al diario ABC, en referencia al estilo de la novela negra escandinava. Aunque su Brunetti es más intelectual que el siciliano comisario Montalbano de Andrea Camillieri, ambos comparten una nota cómica, siempre irónica, sobre las deficiencias de su propio país.

Donna Leon no publica sus libros en italiano. Quiere conservar su anonimato en Venecia, aunque hoy pasa más tiempo en Suiza, cansada de ver la decadencia de la ciudad.

Como señaló al diario ABC, "antes era una ciudad silenciosa y tranquila, los niños se bañaban en los canales. Ha cambiado mucho, sí, pero para peor. Lo único que ha crecido es el número de turistas: cada año 30 millones de turistas. Y, mientras tanto, solo quedan 58 mil habitantes. Es insoportable".

También confirmó que no tiene interés en hacer desaparecer a Brunetti. Le cae bien y lo describe como un buen hombre. "Pararé cuando ya no me divierta, porque no me parecería honesto para el lector seguir haciéndolo", contó Donna Leon en esa entrevista.


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