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La nación se prepara para los Juegos Olímpicos

Tokio 2020: la esperanza de Japón para revitalizar su economía e imagen mundial

sábado, 27 de agosto de 2016

Antonia Lira Munizaga
Internacional
El Mercurio

Los nipones quieren mostrarse como una potencia tecnológica, amigable y vigorosa, en medio de retos como el envejecimiento de su población y el gran déficit fiscal.



La aparición de Shinzo Abe vestido como Súper Mario en la clausura de Río 2016 llamó la atención del mundo. Bajo una intensa lluvia, el parco Primer Ministro japonés, que se veía notablemente incómodo, se disfrazó como el popular personaje de videojuego para invitar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 haciendo un espectacular despliegue de imágenes.

El Comité Olímpico Internacional (COI) eligió Tokio con la esperanza de que invitaría a "descubrir el mañana" al realizar un evento bien organizado y seguro. Un esperado alivio después de los dolores de cabeza que trajo la organización de los Juegos de invierno en Rusia y los de verano en Río.

Los nipones celebraron con gritos, abrazos y llantos en 2013 la confirmación de que su capital sería la anfitriona de los JJ.OO., pues la isla espera revitalizar su alicaída economía con el turismo y la inversión en infraestructura que el evento traería. Para Abe, las olimpiadas son una confirmación más de que "Japón está de regreso".

El Primer Ministro nacionalista está en una campaña para para conducir de mejor forma las relaciones del país asiático con el mundo, atrayendo a extranjeros y vendiendo sus productos culturales, según Hiro Watanabe, académico nipón de la Universidad de Sheffield y experto en economía política.

"Japón quiere venderse como un país querible, entretenido, cool , cuando la realidad no necesariamente es así", afirma Watanabe a "El Mercurio".

En 1964, cuando la nación se levantaba rápidamente de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, logró mostró su mejor cara al mundo al ser el primer país asiático en albergar los Juegos Olímpicos. El primer tren bala se estrenó ahí como uno de los prodigios tecnológicos más avanzados de la época y pronto se convirtió en un ícono de la calidad nipona.

Con ese antecendente en la memoria, la vara es alta para sorprender en 2020.

Hola robots

Un taxi sin conductor te lleva al estadio, donde un robot te muestra el asiento en una ceremonia de apertura, en la cual meteoritos cruzan el cielo tokiota, todo mientras una aplicación te traduce el evento a tu idioma.

Japón triplicará su gasto en robótica -llegando a tener la mitad del mercado mundial- para "hacer de los robots un pilar fundamental de la estrategia de crecimiento económico", según Abe. Es tanta la fascinación por esta tecnología que se plantea realizar unas olimpiadas de robots. Sí, competencias entre máquinas que ocurrirán a la par con las de atletas humanos.

Al mismo tiempo, Tokio ha prometido unos juegos amigables con el medio ambiente, que incluirán medallas hechas de material tecnológico reciclado, aviones impulsados por biocombustibles para llevar turistas a la ciudad y una villa olímpica alimentada por hidrógeno.

En cuanto a seguridad, Tokio se separa diametralmente de Río, donde en algunos momentos parecía haber más militares y policías que atletas y turistas. La capital japonesa lideró en 2015 el Índice de Ciudades Seguras de The Economist.

"Con infraestructura de primer nivel, una cultura fascinante y una seguridad pública incomparable, Tokio montará una celebración que capturará la imaginación de la juventud en el corazón de una de las ciudades más grandes e innovadoras del mundo", afirma a "El Mercurio" la vocera del Comité Olímpico de Tokio, Hikariko Ono.

Eso sí, la hospitalidad japonesa, u omotenashi , podría llegar a costarles caro. La meta del anfitrión es realizar unos Juegos que muestren al mundo su capacidad tecnológica y organizacional, pero cuya realización podría incluso complicar el futuro de la economía de Japón, que lleva dos décadas de estancamiento.

Costo y beneficio

Varios estudios demuestran que el impulso económico de albergar los Juegos es ínfimo, si siquiera existe. Londres 2012, según cálculos británicos, solo aumentó su PIB en 0,2% en el tercer cuatrimestre de ese año.

Si bien la cifra que se espera gastar no aumentaría la ya abultada deuda de Japón, la tendencia es que los montos finales invertidos sean cuatro veces lo anticipado. Los medios japoneses estiman que los JJ.OO. aumentarán el PIB en solo 0,1%, dándole al evento el nombre de "el problema 2020".

Las JJ.OO. llegan justo cuando la deuda nacional es más de dos veces el PIB, zonas afectadas por el terremoto y tsunami de 2011 todavía esperan ser reconstruidas y los temores por los efectos del accidente nuclear de Fukushima siguen conociéndose.

Sumado a esto, Japón, es elpaís con la población más vieja del mundo, lo que crea una presión enorme sobre el sistema pensional y se expresa en una mano de obra que se encoje. Para 2020, año de los JJ.OO. casi un tercio de su población tendrá más de 65 años.

Infaltable polémica

Yuriko Koike es la tercera gobernadora de Tokio desde que se decidió que los Juegos se harían en Japón, después de que los dos anteriores hayan dimitido por escándalos financieros. La presión es creciente por disminuir los gastos, lo que hizo prometer a Koike que no habrá elefantes blancos de infraestructura y que los tokiotas no tendrán una carga económica adicional.

El futurista diseño del estadio nacional ya tuvo que ser descartado después de que surgieran cuestionamientos de su alto precio. Se eligió un nuevo diseño, de madera y más tradicional, pero que no tardó en presentar otro problema: no contaba con un lugar para el pebetero que alberga la llama olímpica.

La vergüenza de haber aceptado un logo que resultó ser plagiado también empañó la organización del evento.

Y, por supuesto, como en casi todos los JJ.OO., están las infaltables acusaciones de soborno en la designación de la ciudad, que son investigadas por la justicia francesa.

El presidente del COI, Tomás Bach, llamó a los anfitriones a montar un espectáculo "distintivamente japonés".

Ahora el país tiene cuatro años para preparar en Tokio el Japón recargado que quieren mostrar al mundo.

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