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Bienvenido a la economía de la interrupción

viernes, 26 de agosto de 2016

Economía y Negocios


Daniel Halpern
Director de TrenDigital UC

El primer mito es que hoy necesitamos hacer múltiples tareas a la vez para rendir. De lo contrario no nos alcanza el tiempo. El segundo es que debemos estar accesibles 24/7. De lo contrario, nos dijeron, el negocio no funciona. Perdemos clientes. O nos trae problemas con el jefe. Son todas muy buenas razones. Y estoy de acuerdo. El problema es que también son excelentes excusas para hacerle un culto a la interrupción. Y caemos en el jueguito. Llamemos este fenómeno la Economía de la Interrupción. Y dejemos también en claro que hoy todos los incentivos están puestos en esa dirección.

Es por ello quizás que la interrupción se ha convertido en un verdadero valor. Antes lo que estaba fuera de nuestro campo comunicacional era interpelado con un “y a vo’ quién te preguntó”. Hoy eso no existe. Nos convertimos en una sociedad que valora la interrupción. Creemos que el contestar un mensaje para interrumpir la conversación o actividad es señal de importancia. Da la impresión que estamos ocupados y eso, de alguna forma, hoy es una imagen que se debe cultivar.

Es iluso creer que podemos dar marcha atrás. La sociedad necesita romanticismo, pero creo que la pelea debe darse en otras áreas. Es mejor aceptar que nuestros periodos de atención disminuyeron y que estamos frente a una economía de interrupción. Por lo mismo se aconseja tomar medidas paliativas que lleven hacia una economía más de atención. Déjenme darles tres ejemplos de alfabetización digital.

Uno. Nuestro último estudio indicó que aquellos que trabajan frente a una pantalla hoy pierden 8 minutos en una hora –promedio- por no tener horarios asignados para revisar emails: el revisar constantemente los mensajes que NO SON URGENTES los saca de la actividad que realizan y después son esos minutos el tiempo que les cuesta volver a enfocarse. Sugerencia: incentive a su gente para que revisen emails con menor frecuencia, ojalá cada tres horas si no hay urgencias.

Dos. En Chile hay una cultura “reunioncista” y muchos procesos en empresas requieren de reuniones. Estoy de acuerdo con ustedes que muchas veces son innecesarias. Esto hace que los asistentes no siempre tengan una buena disposición, sobre todo si las juntas son largas. Por lo mismo se le debe explicar a los asistentes por qué se los está convocando y lo que busca de ellos, de forma explícita, de lo contrario es muy fácil perderlos. Los espacios de atención son más escasos que en el pasado justamente por el uso constante de la tecnología que lleva a la inmediatez y es necesario estimular a las personas para mantenerlos concentrados. Además, no se debería terminar una reunión sin un acta virtual que indique explícitamente los acuerdos, tareas y responsabilidades que asumió cada uno, y a la que también todos tengan acceso. La accountability hoy también se está perdiendo entre tanto mensaje de texto.

Tres. Para evitar que los asistentes revisen sus teléfonos constantemente en las reuniones, de pequeños recreos cada 40 minutos para que contesten sus correos y mensajes. Hoy no aguantamos 90 minutos sin revisar nuestros devices y es mejor “perder” 5 minutos de atención en la mitad, pero manteniendo a la gente concentrada durante el resto del tiempo, que todo el tiempo “trabajando” pero sin que pongan mucha atención.

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