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"EL CAMIONERO" Y "ÁMBAR"

Teleseries de las 20 horas: la pieza clave

viernes, 26 de agosto de 2016

Por Rodrigo Munizaga
TV
El Mercurio

"Las telenovelas de las 8 entraron en crisis y los canales se dieron el lujo de prescindir de ellas. El único que apostó fue Mega. Y es el líder de audiencia".



Las teleseries vespertinas siempre fueron una pieza clave para los canales de televisión, porque generaban lo que en la industria se denomina "tren programático": dejar un buen piso de sintonía al noticiario central y, encadenado, a la programación estelar. En algún momento las telenovelas de las 8 entraron en crisis y los canales se dieron el lujo de prescindir de ellas. El único canal que apostó por ellas fue Mega y el resultado ya se sabe: es el canal líder de audiencia.

El contexto no es gratuito, porque ayuda a explicar por qué es tan importante lo que se programa a las 20 horas y por qué "24 horas", de TVN, se ha convertido en el segundo noticiario más visto desde que partió "El camionero". El informativo, que hasta hace un mes era cuarto y recibía los 4 puntos que le dejaba "Once comida", hoy ha incrementado su rating a 12 puntos gracias a una sintonía similar que logra la ficción sobre un camionero que se entera de que tiene una hija. La apuesta, que pasó por varias manos antes de salir al aire, es una teleserie "cebolla", con todos los ingredientes de una telenovela de las 3 de la tarde: sobreactuada, cursi e inverosímil. Y esas están lejos de ser falencias. Estructurada como si fuera un culebrón mexicano, "El camionero" tiene un libreto que se centra en una historia de amor imposible (Marcelo Alonso y María Elena Swett, quienes logran muy buena química) y deja todas las historias secundarias relegadas a alivianar el melodrama principal. Sin mucha pretensión, logra entretener de manera efectiva e incluso se le perdonan las vergonzosas escenas del personaje de Pablo Cerda, un cliché de lo más ridículo, pero que en medio del tono kitsch de la ficción hace reír. Con tranquilidad, esta es la mejor teleserie que ha logrado facturar el canal público desde que se fue María Eugenia Rencoret.

A la competencia de las 20 horas también entró esta semana "Ámbar" -que coincidentemente tiene a un padre que no sabe que tiene una hija-, que al menos en su debut ha quedado en deuda. Su tono familiar y liviano la hace muy llevadera, pero el área dramática de Mega ha ido subiendo la vara y había equilibrado certeramente la entretención con un toque de realidad-país que esta vez no se encuentra. El problema no está ahí, sino en retroceder a clichés agotadores: acá los "pobres" no hablan, sino que gritan y andan mal vestidos porque "así son los pobres", mientras los "ricos" hablan como "ricos" y algunos se comportan prepotentemente porque son "ricos". Todo expuesto en un tono cómico, pero que busca ser realista. Fuera de eso, "Ámbar" tiene una historia principal con potencial y a un Gonzalo Valenzuela en el que probablemente sea el mejor personaje de su carrera: divertido, chispeante, cercano, capaz de robarse todas las escenas cuando aparece. Parece haber sido escrito para él. Junto a Sigrid Alegría y la niña conforman un trío que es el soporte de una teleserie que podría crecer más si se le agregan toques modernos y se renuncia de
una buena vez a estereotipos que peligrosamente crean realidad.

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