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Investigación UNAB define moléculas que funcionan como inhibidores del dolor

domingo, 10 de julio de 2016


Ediciones Especiales
El Mercurio

Los hallazgos logrados podrían generar terapias médicas para dolores óseos o musculares, diez veces más efectivos que los que actualmente existen, mejorando la calidad de vida de personas con patologías como la osteoporosis.



El dolor es una respuesta fisiológica natural a estímulos definidos propio de los seres vivos complejos que cuentan con un sistema nervioso central. Su función más básica es alertar al organismo de que algo lo está afectando y, en términos médicos, el dolor constituye también un indicio que permite a los especialistas determinar la patología que aqueja a un paciente. No obstante la utilidad que puede tener el dolor, en enfermedades degenerativas y asociadas a dolor crónico, el esfuerzo de la ciencia está en limitarlo cuanto sea posible y, de esa forma, mejorar la calidad de vida de quienes las padecen.

En este contexto, el Dr. Danilo González-Nilo, director del Centro de Bioinformática y Biología Integrativa (CBIB), alojado en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Andrés Bello, lidera una investigación cuyo objetivo es determinar, analizar y probar moléculas que funcionen como inhibidores del dolor.

El ají, la capsaicina y el dolor

El sistema nervioso de los organismos superiores está formado por diferentes canales iónicos, los que a su vez se componen de proteínas específicas. Estos canales iónicos son capaces de recibir un estímulo externo y llevarlos hasta el cerebro en forma de un determinado efecto sensorial.

De esta forma, el trabajo del Dr. González-Nilo, que se realiza con el apoyo de RDECOM del Ejército de Estados Unidos, a través del Dr. José Miguel Larenas, asesor científico de dicha institución; el Centro Interdisciplinario de Neurociencias de Valparaíso (CINV), y la Fundación Fraunhofer Chile Research; se basa principalmente en el canal iónico TRPV1, el cual tiene como principal función sentir estímulos de calor y que también se ha relacionado con dolor crónico y agudo provocado por lesiones óseas y musculares. Este canal se activa a temperaturas mayores a los 42º C, pero de igual manera lo hace frente a otros estímulos, entre ellos, una molécula llamada capsaicina y que está presente en ciertos elementos, como por ejemplo, el ají. "Estudiamos ampliamente la forma en la que la capsaicina interactúa con el canal iónico, activando la señal de calor, para luego contrastar los resultados con otras moléculas que podrían funcionar de forma similar", agregó el académico de la UNAB.

Por su parte, el posdoctorante del CBIB y colaborador de la investigación, Dr. Ignacio Díaz (Fraunhfer Chile Research/CINV), explicó que los tratamientos que tienen como blanco el canal iónico TRPV1, es que este, al estar expuesto a capsaicina u otros compuestos similares se activa, y luego de un tiempo entra en un estado desensibilizado. "De esta forma, si en una condición patológica en que existe dolor este canal se encuentra activado, al aplicar este tipo de compuestos podríamos inhibir el canal. Así las neuronas que expresan el canal TRPV1 y que enviaban las señales de dolor al cerebro, dejaran de hacerlo, aliviando al paciente", destacó el Dr. Díaz.

El primer paso de esta investigación fue determinar qué moléculas podrían tener efectos similares al de la capsaicina sobre el canal iónico TRPV1.

Con este fin se utilizaron sofisticadas técnicas bioinformáticas desarrolladas en el Centro de Bioinformática y Biología Integrativa. De una base de datos de dos millones de moléculas, se lograron determinar las cinco que más se ajustaban al requerimiento, y dos de ellas nunca habían sido estudiadas con este fin.

"Este es un logro muy importante para nuestro centro, ya que da cuenta de la gran capacidad bioinformática con la que contamos", resaltó el Dr. González-Nilo.

Terapias médicas sin dolor

Una vez determinadas las moléculas que podrían actuar como inhibidores del dolor, la información obtenida a través de modelos computacionales debió ser validada por medio de la experimentación. De esta forma, el Dr. Ignacio Díaz inició la contrastación de resultados por medio de la utilización de un modelo de expresión meteorológica.

"La modalidad utilizada fue medir la actividad del canal TRPV1 por electrofisiología en presencia de estos nuevos compuestos y, luego, estas respuestas  son comparadas con la activación del canal por capsaicina. Así podemos saber qué moléculas son más o menos efectivas que este compuesto, descartando algunas o reorientando nuestra búsqueda", destacó el Dr. Díaz.

La investigación liderada por el Dr. Danilo González-Nilo cuenta además con la participación de Romina Sepúlveda, alumna del Doctorado en Biotecnología de la Universidad Andrés Bello, y de Javier Cáceres, tesista del Magíster en Biotecnología de la misma casa de estudios. "Nos sentimos muy orgullosos de los logros conseguidos con este trabajo, ya que sus alcances no sólo podrían permitir aliviar de forma rápida el dolor provocado por una lesión ósea o muscular, sino que podría mejorar de forma radical la calidad de vida de personas con enfermedades degenerativas relacionadas al dolor, como es el caso de la osteoporosis", recalcó el Dr. González-Nilo.

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