Escozores a diestra y siniestra
martes, 28 de junio de 2016
Francisco José Folch
Cultura
El Mercurio
Un obstinado estereotipo postula que, en nuestro medio, el "derechista" es solo raramente un intelectual abocado al análisis y debate de las ideas; su energía estaría, en cambio, más orientada a la acción y la consecución en las realidades del mundo, movido por incentivos personales; así, lo público le sería secundario respecto de lo individual y, en consecuencia, el campo de lo primero quedaría prácticamente libre para los intelectuales de izquierda, cuya batuta y orquesta hacen el concierto de la intelligentsia . Cabe admitir que todo estereotipo, para existir, requiere asidero en algún grano de verdad. Y, efectivamente, con naturales excepciones, en las últimas décadas no han sobreabundado entre nosotros los pensadores de la polis desde la perspectiva de las derechas. Eso parece estar cambiando, y el creciente catálogo de publicaciones del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES) da cuenta de ese giro del que, por lo demás, no es fuente única. Desde 2006 aúna a un equipo de estudiosos principalmente del área humanista en variadas especialidades que el mismo estereotipo citado clasifica como virtualmente una exclusividad de la izquierda. Especialistas que acumulan prestigiosos grados académicos, nacionales y extranjeros, así como la experiencia cosmopolita que supone obtener estos últimos; que ejercen docencia superior, pese a todo, y que, en fin, como en el caso de este autor, no vacilan en publicar libros polémicos, cuya refutación no es ya mero asunto de opinión, sino de fundamentación sostenible. Mansuy afirma que la extendida sensación de crisis que vive Chile no encuentra aún siquiera un principio de acuerdo sobre su diagnóstico, obviamente indispensable para enfrentarla. Se pregunta sobre los motivos para que una generación que sobre la base de consensos condujo al país por dos decenios tras el término del gobierno militar abjure hoy de su propia obra exitosa, "para conformarse al lirismo de un puñado de dirigentes juveniles". Tal es "la agonía del Chile de la transición", para la que busca explicación en páginas sólidamente razonadas, sin incurrir en descalificación ni diatriba. Por el contrario, hay explícita consideración de lo que estima méritos y deméritos a derechas e izquierdas, respectivamente ejemplificados en Jaime Guzmán y Fernando Atria, sin perjuicio de cruzar su florete también con Axel Kaiser, en quien ve una modalidad de derecha con la que dista de identificarse. La estimulante lectura de estas páginas causará escozores a diestra y siniestra, pero también más de un esclarecimiento respecto de no pocas generalizadas nociones difusas, que aguardan el toque del raciocinio para transformarse en conceptos orientadores. Al terminarlas, queda el deseo de que el autor se hubiera detenido algo más en el examen de numerosos puntos que solo roza. Por ejemplo, su referencia a "un dato de psicología colectiva", a saber, que "para muchos el miedo formó parte de su experiencia vital durante la dictadura, y eso juega un papel en esta historia"; pues para otros el miedo contrario fue igualmente experiencia vital durante la UP, y ellos bien pueden sostener que eso juega también un papel en esta historia. Pero, por cierto, tratar esos puntos habría llevado este libro a dimensiones inmanejables para el lector común, en detrimento de una de sus virtudes, la brevedad. Presumiblemente, obras futuras vendrán a redondear lo que en esta queda pendiente. Entretanto, se podrá discrepar o coincidir con Mansuy, pero el silencio a que alude el sugerente título ha concluido. Estamos frente a un germen que ignoramos si fructificará o no, pero es de recordar, como él lo hace, que "los problemas políticos son siempre, en alguna medida, problemas intelectuales". Como tales son aquí abordados, y quizá estemos frente a un grupo de estudiosos que, como los "Chicago boys" de los años 60, cambiaron el curso del país una década más tarde.
