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Tomas de liceos

viernes, 27 de mayo de 2016


Opinión
El Mercurio




Señor Director:

Como ya es común, varios liceos de Santiago fueron literalmente tomados por estudiantes que abogan por una educación de calidad. Más allá de la paradoja de exigir más y mejor educación mientras se impide la enseñanza por un acto de violencia, la infantil y peligrosa maniobra de usurpar la escuela muestra la peor cara del movimiento estudiantil: el rostro amenazador de quien está dispuesto a pasar por encima de los derechos de los demás para promover su agenda política.

El año 2014, desde Comunidad y Justicia presentamos un recurso de protección para proteger el derecho a la educación de decenas de jóvenes estudiantes que no podían continuar sus estudios por la toma del Instituto Nacional. En aquella oportunidad, la Corte Suprema afirmó lo obvio (pero lo obvio es lo que precisamente se debe afirmar hoy día): "La toma de la escuela es, por definición, un acto de fuerza que no constituye un medio legítimo de emitir opinión ni forma parte del contenido del derecho a manifestarse" (Cº 6, Rol 23.540-2014, Corte Suprema).

En este contexto, cuando ya van más de ocho liceos ocupados (y todo indica que este número irá en aumento), queremos recordar a los rectores su deber de asegurar la continuidad del servicio educativo. Asimismo, que los papás y apoderados tienen el derecho constitucional de reclamar a las autoridades del colegio dicha continuidad, incluso de manera judicial, para resguardar el derecho a la educación y la libertad de enseñanza.

Tomás Henríquez Carrera Gonzalo Pérez Herrera Cristóbal Aguilera Medina

ONG Comunidad y Justicia

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