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Sydney Dance Company

La compañía que esta revolucionando la danza en el mundo

viernes, 29 de abril de 2016

Magdalena Andrade N.
Reportaje
El Mercurio

Este 2, 3 y 4 de mayo, en el Teatro Oriente, se presentará el grupo de danza más importante de Australia, que está haciendo hoy un importante trabajo por acercar este arte al público masivo. Aquí, su director, el coreógrafo español Rafael Bonachela, cuenta cómo hizo para que la compañía llegara a tener alcance mundial.



El espectáculo se llama "Interplay" y está compuesto por tres piezas radicalmente distintas: una llena de colores, donde los intérpretes hablan y el público comparte con ellos; otra más oscura, con música electrónica de fondo, una coreografía visceral y enérgica; y otra más intimista, con acordes de Bach y movimientos puros y minimalistas.

Se llama "Interplay", pero lo suyo, más que una interacción entre distintos lenguajes, es una ambiciosa apuesta: una jugada por mostrar, en un mismo escenario y a un mismo público, que la danza contemporánea puede tener un abanico interminable de posibilidades.

-El único punto en que se cruzan estas tres piezas son los bailarines -cuenta el coreógrafo español Rafael Bonachela, director artístico de la Sydney Dance Company, la compañía de danza más importante de Australia, que llega a Chile este 2, 3 y 4 de mayo, traída por Fundación Teatro a Mil, al recién reabierto Teatro Oriente. Él -bailarín formado en Londres, miembro de la prestigiosa Rambert Dance Company y luego creador de su propia compañía- es el hombre detrás de esta propuesta que combina una coreografía suya -"2 in D minor", que abre el espectáculo-, una del maestro italiano Jacopo Godani -llamada "Raw models"- y otra del coreógrafo australiano Gideon Obarzanek, "L'Chaim" ("A la vida", en hebreo).

"Interplay" es una propuesta creada hace dos años, que ha estado de gira por las principales ciudades de Australia, ha sido una de las obras más aplaudidas de la Sydney Dance Company y ahora se ha internacionalizado con presentaciones en Suiza y Brasil, antes de llegar Chile.

La razón de su éxito, Rafael Bonachela la tiene clara: es una obra cercana, que conecta con la gente.

-Yo pienso en el público. Por supuesto, la gente experta en danza, bailarines, coreógrafos, nuestros colegas, son importantes, pero la gente que compra su billete, que viene al teatro a disfrutar, es muy importante también. Las personas tienen muchas concepciones de la danza contemporánea: puede ser muy seria, pero puede tener mucho humor. Puede ser muy abstracta, pero puede tener también narrativa. Eso es lo que la danza puede comunicar y puede hacer -dice.

Lo suyo ha sido una apuesta ganadora: la de un coreógrafo español que llegó hace nueve años a hacerse cargo de una compañía joven -la Sydney Dance Company tiene sólo 47 años-, pero que llevaba más de tres décadas con un mismo coreógrafo, y que necesitaba una renovación urgente después de haber tenido su peak en los 80 y 90.

Y lo primero que se puso como meta fue expandir las fronteras de la compañía: no solamente incorporar nuevos coreógrafos y nuevos lenguajes (de hecho, uno de sus últimos trabajos, dirigido por un coreógrafo sueco, es una pieza que se ríe de algunas convenciones de la danza contemporánea), sino también crear audiencias: hoy las obras de la Sydney Dance Company no solo van a los colegios, sino que se ofrecen en horario de matiné para que vayan niños, pero no a ver un espectáculo infantil, sino las mismas obras que ven los adultos. Eso les ha permitido aumentar en un 25 por ciento su público.

-Si un niño de 8 años viene a ver a la Sydney Dance Company, cuando tenga 21 años ya va a saber lo que es la danza contemporánea -dice Bonachela, quien tuvo en su carrera una experiencia crucial para entender lo importante que es conectar con el público, cuando hace unos años le ofrecieron ser el coreógrafo de los espectáculos de la cantante australiana Kylie Minogue: un trabajo que le hizo cambiar en 180 grados su visión de la danza.

-Cuando estás en un concierto donde hay miles de personas... nunca he tenido tal subidón como cuando he estado en Australia con Kylie Minogue en un estadio, donde bailaban el espectáculo que yo había creado y todos estaban disfrutando y bailando. De alguna manera subconsciente, eso me hizo sentir algo por el público. No es el número de gente tanto como la conexión. Lo que yo quiero es conectar con el público. Hay gente que me dijo: "No entiendo cómo puedes trabajar para artistas pop".

-¿Le hicieron muchas críticas en su medio?

-Sí, al principio era como: "Qué hace". En ese momento pensé: ¿Lo hago? ¿Me va a contaminar? ¿Me va a limitar de hacer algo? Ahora lo miro para atrás y lo veo como un regalo. Luego me enteré de que George Balanchine, cuando empezó con el American Ballet, se ganaba la vida haciendo musicales. Eso me hizo sentir un poco mejor.

TRABAJAR EN EL  "NUEVO MUNDO" 

DE LA DANZA. Uno de los grandes atractivos de la Sydney Dance Company, dice el coreógrafo Rafael Bonachela, es que es una compañía heterogénea. Y eso las personas pueden disfrutarlo en el escenario:

-No es una compañía donde todas las chicas son iguales y no sabes quién es quién. No es un grupo homogéneo, hay altos, hay bajos, de distintos orígenes culturales, y australianos de distintas procedencias. Una de las cosas que unen a cada espectáculo son ellos y su presencia -cuenta para describir lo que se verá en el espectáculo en Chile, donde se presentarán "2 in D minor", "Raw models" y "L'Chaim". A Rafael le interesó esta combinación porque con ellas se unen la danza más clásica y la más rupturista: "L'Chaim" -que cierra el show- es una coreografía más teatral; "Raw models", dice, es más "oscura y misteriosa, parece que estás viendo una película donde nunca sabes lo que va a pasar. La gente se queda como: ¡qué es esto! Es muy mágica". Y "2 in D minor", su creación, es "más íntima y más personal, con música de Bach, que es muy intensa".

Cuando Rafael Bonachela llegó a ocupar el cargo de director, en un comienzo fue resistido. Especialmente porque su propuesta implicaba hacer cosas distintas, internacionalizar a la compañía, incorporar nuevos elementos.

-Al principio fue chocante, porque fue un cambio muy grande incorporar a alguien que no conocían. También hubo coreógrafos australianos que dijeron: "Para qué le dan el trabajo a él", pero yo soy un ciudadano global, y si la búsqueda de coreógrafo también la hicieron en Londres, era porque estaban buscando en todo el mundo. Yo estoy aprendiendo de Australia, no he venido sabiéndolo todo -dice.

Su primer trabajo internacional fue en la Bienal de Venecia. Luego vinieron giras por Nueva York, Londres y Barcelona.

-Es muy importante poder compartir lo que estamos haciendo en Australia con un grupo de bailarines australianos, que a la vez están muy alejados de lo que pasa en la danza. Da igual de dónde seas y lo que hablas, la danza todo el mundo la va a entender.

Para Bonachela, Australia ha sido una tierra fértil para hacer cosas nuevas, algo que no siempre puede hacerse en Europa.

-Digamos que hay países en Europa con 500 años de tradición. Yo sé de muchos directores que han durado un año porque no han podido cambiar las reglas del juego respecto de cómo han sido las cosas en los últimos 150 años. Pasa más en lo clásico, quizás, que en lo contemporáneo. Esa cultura de años y años también te limita un poco. Los australianos, en cambio, viven mucho el momento. Los artistas están preocupados del momento, no tienen tantos años para atrás y del futuro nunca se sabe.

"Sé de muchos directores que no han podido cambiar las reglas del juego en Europa", dice el director, sobre lo difícil de innovar allí en la danza contemporánea.

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