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Estudio de la Universidad de Harvard ha seguido por 78 años a más de 700 personas:

En qué invertir el tiempo y la energía para tener una vida feliz

lunes, 28 de marzo de 2016

SEBASTIÁN URBINA
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Cultivar relaciones profundas, más que tener dinero, poder o ser exitosos, es la clave para sentirse plenos, afirman los especialistas.



No es una decisión fácil. Y muchas veces las personas pueden engañarse respecto de lo que es importante hacer para llevar una vida que las haga felices.

Lo más frecuente es buscar el camino rápido: enfocarse en ganar dinero, fama y poder. Pero los estudios realizados en diversos países muestran que esta opción materialista no da los resultados esperados. Por el contrario, una vez que las personas ya tienen satisfechas sus necesidades básicas, aunque ganen mucho más dinero o alcancen notoriedad, su felicidad no aumenta y, en algunos casos, disminuye.

Uno de estos trabajos se ha convertido en un clásico. El llamado "Estudio del desarrollo adulto", que ha seguido por 78 años a más de 700 hombres, a los que después se agregaron algunas esposas y ahora a los hijos, y que realiza la U. de Harvard.

En este seguimiento se demostró que más importante que los aspectos materiales, la clave para tener una vida feliz reside en las relaciones que se cultivan, ya sea de pareja, de amistad o de familia.

Y lo primordial no es tanto la cantidad, si no la calidad de estas relaciones. En estos vínculos, más allá de los altos y bajos, las discusiones y las diferencias, lo crucial es sentir un respaldo y apoyo incondicional por parte del otro. Algo que también se asocia a una salud duradera y a un mayor bienestar de la persona.

Lazos constructivos

Hoy el estudio está a cargo de su cuarto director, el doctor Robert Waldinger, profesor de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de Harvard, quien advierte que a pesar de que estos resultados se han publicado en revistas académicas, "la mayor parte de la gente desconoce estos hallazgos".

Los estudios sobre felicidad han surgido desde fines de los años 90, de la mano de la llamada psicología positiva. Al contrario de la psicología tradicional que estudia el dolor y la anormalidad, esta disciplina se dedica a investigar los factores que favorecen una vida feliz. Martin Seligman es uno de sus pioneros. "Él plantea que ni el dinero, ni la fama, ni el atractivo físico ayudan en esto", dice el psicólogo y profesor de la U. Mayor, Rodrigo Brito. "Lo importante es cultivar relaciones constructivas, que nos permiten crecer, apoyándonos mutuamente con otros", agrega.

"Las personas más felices les dan más importancia a los aspectos más intrínsecos de sus objetivos de vida, como son su relación con otras personas, con el ambiente y la naturaleza", sostiene Wenceslao Unanue, psicólogo y codirector del Diploma en Felicidad Organizacional de la U. Adolfo Ibáñez.

"Desde el punto de vista evolutivo es lógico que las relaciones cercanas hayan ayudado a la especie humana a ser lo que es. Son las emociones positivas, como la empatía, el cariño y el amor las que permiten lubricar las relaciones sociales para una buena convivencia", explica Claudio Ibáñez, psicólogo y director ejecutivo del Instituto de Psicología Positiva. "La clave del éxito no es individual, sino de grupo, y eso los chilenos sabemos que es importante para enfrentar tragedias como los terremotos", agrega.

Según Brito, a pesar de que en el último ránking de Naciones Unidas Chile aparece en el lugar 24 de felicidad, "lo que vemos es que la gente vive en una fiebre creciente de productividad, rendimiento, de cómo ganar más plata y las relaciones se han ido haciendo más instrumentales. Se ha descuidado el tiempo libre, las relaciones interpersonales gratuitas y la disponibilidad hacia el otro".

En el aspecto laboral, Unanue dice que en los chilenos predomina una visión materialista. "Esto se traduce en estar esperando que se termine luego la jornada, que me paguen lo más posible y olvidarme del trabajo apenas salgo", dice.

Ibáñez llama a no confundir las relaciones positivas y constructivas, con relaciones ausentes de dificultades, de conflictos y de discusiones, ya que esto último se ve en toda relación de pareja, de trabajo, de escuela o en cualquier equipo humano. "Lo que sí tiene que haber es un predominio claro y neto de las emociones positivas por sobre las negativas. El saber que necesitamos al otro y que vamos a contar con él".

Por último Unanue destaca que comparativamente, en el ámbito de estas relaciones constructivas los estudios muestran una diferencia entre los países. "Los británicos, por ejemplo, dan mucha importancia a los vínculos con sus amigos, lo que no sucede con los chilenos, que priorizan sus relaciones familiares".

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