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Vegetación nativa en Chile:

El bosque de espino es refugio y sustento de la biodiversidad de la zona central

jueves, 18 de febrero de 2016

Richard García
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Allí conviven zorros, aves, entre otras especies, y su presencia ayuda a tener una pradera más rica en nutrientes.



Muchas veces son mirados en menos, pero los espinales chilenos, bosques habituales de la cordillera de la Costa donde reina el espino ( Acacia caven ), son una formación vegetal única en el mundo y que tiene importancia tanto ecológica como para la producción agropecuaria.

Así lo revela "El Espinal de la región mediterránea de Chile", que acaba de publicar el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) del Ministerio de Agricultura.

El espino forma parte del gran género de las acacias, árboles propios de ambientes subtropicales. Es así como al otro lado de la cordillera -en la región del Chaco semiárido, donde son frecuentes las lluvias de verano-, hay entre 25 y 30 especies. En cambio en Chile es el único representante.

¿Como fue que en un paisaje de clima mediterráneo como la zona central, con un período de invierno lluvioso y verano completamente seco, sea posible que un árbol que viene de un ambiente distinto pueda subsistir?

Napas subterráneas

La clave está en que se trata de una planta cuyas raíces penetran hasta las napas subterráneas, dice el ingeniero agrónomo Carlos Ovalle, coordinador del Programa Nacional de Sustentabilidad y Medio Ambiente del INIA. "Utiliza aguas muy profundas que otras especies no pueden alcanzar".

Ovalle es el autor principal del libro, que recopila diversos estudios sobre esta planta a cuyo alero crece una rica y diversa vegetación, que es utilizada especialmente para el pastoreo del ganado.

La relación que se establece entre el espinal y la pradera es singular, destaca. Las plantas germinan con las primeras lluvias de mayo y se secan en primavera, mientras los árboles comienzan a tener sus hojas hacia septiembre cuando la pradera está terminando su fase de desarrollo. Eso significa que la pradera se ha podido desarrollar completamente en un período en que el árbol no tiene sus hojas y así obtienen la luminosidad necesaria para poder crecer.

En cambio en un bosque de pino o de eucaliptos, ambos de hojas perennes, no hay luminosidad bajo los árboles para que exista una pradera. "Hay muy pocos ejemplos en el mundo que puedan mostrar esta complementariedad", afirma.

Según Ovalle, se observa un fuerte contraste entre el pasto que crece bajo los árboles y el que lo hace fuera de su influencia. "Dentro de la zona de influencia del árbol, la condición de fijación del nitrógeno del aire en el suelo es mayor, también el ciclo de los nutrientes y la protección de la evaporación permiten el desarrollo de una pradera mucho más productiva y una ganadería mucho más sustentable", destaca.

Respecto de la diversidad de especies de flora de esta formación vegetal, se han identificado unas 215. Aproximadamente el 70% de ellas son nativas, mientras que el resto proviene de la cuenca mediterránea de Europa y llegó con la colonización, cuando los españoles trajeron la ganadería a Chile. Venían en forma de semillas, especialmente los fardos de alimento que los colonos traían para sus animales.

Hogar de fauna

En cuanto a la fauna, los espinales actúan como nicho ecológico para muchas especies de la zona central.

Entre los más favorecidos están el zorro culpeo, la lagartija negro verdosa, la culebra de cola larga, la araña pollito, el conejo silvestre, la tenca, la diuca, la perdiz chilena, el queltehue, la loica y el tiuque.

"Es un paisaje fundamental para mantener la biodiversidad de la zona central que, a la vez, es uno de los hotspots (zonas calientes) de biodiversidad en el mundo. Tenemos necesidad de conservarlo", advierte, aludiendo a la tala intensiva de estos árboles que realizan agricultores que no conocen las bondades de este paisaje.

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