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Encuentro en el aeropuerto internacional de La Habana:

El Papa y el líder de la principal Iglesia Ortodoxa se reúnen mil años después del cisma

sábado, 13 de febrero de 2016

Nicolás García de Val
Internacional
El Mercurio

Francisco y el Patriarca ruso Kirill pidieron una "acción inmediata" para proteger a los cristianos en Medio Oriente.



"¡Finalmente!", exclamó el Papa Francisco al encontrarse con el Patriarca Kirill, líder de la iglesia ortodoxa rusa, en una sala de protocolo del aeropuerto de La Habana. "Somos hermanos", le dijo mientras se abrazaban.

La esperada reunión entre el máximo representante de la Iglesia Católica y el jefe de la Iglesia Ortodoxa rusa marca el primer encuentro en la historia entre un Papa católico romano y el patriarca de la principal Iglesia Ortodoxa, desde el cisma que las separó hace casi mil años.

Ambos líderes se besaron tres veces en la mejilla, y Kirill dijo al Papa, a través de un intérprete, "ahora las cosas serán más fáciles. Queda la impresión de que nos reunimos en el momento y el lugar correctos".

Tanto Francisco como el Patriarca se mostraron sonrientes y afables antes de que la reunión se cerrara para los periodistas.

El tema central de la cita -que duró unas dos horas y tuvo lugar en el mismo aeropuerto al que llegó Francisco- fue la persecución de cristianos en Irak y Siria, a raíz del avance del grupo yihadista Estado Islámico (EI). Al final de la reunión firmaron una declaración conjunta en favor de la unidad de la fe y pidieron una "acción inmediata" para proteger a los cristianos en Medio Oriente.

"Que nuestro encuentro inspire a los cristianos de todo el mundo para invocar con el nuevo fervor al Señor, orando sobre la plena unidad de todos sus discípulos", dice la declaración.

"Hoy es un día de gracia. Es un regalo de Dios este encuentro con el Patriarca Kirill", publicó Francisco en Twitter, poco antes del encuentro.

El Papa hizo una escala de tres horas y media en Cuba, para reunirse con Kirill, antes de continuar su viaje a México.

Los líderes religiosos intercambiaron regalos durante la cita. Francisco le obsequió a Kirill un relicario de San Cirilo -el arzobispo de Alejandría del siglo V, que es honrado tanto por la Iglesia Católica como por la Ortodoxa- y un cáliz.

Por su parte, Kirill le ofreció a Francisco una réplica de la Virgen de Kazán.

Relación tensa

Con este acercamiento con la Iglesia Ortodoxa, el Papa mantiene su línea de hacer que el Vaticano tenga un rol más activo en la diplomacia internacional, que quedó cimentado a fines de 2014, tras su papel como mediador en la reconciliación entre Estados Unidos y Cuba.

Francisco ahora busca reparar una ruptura mucho más larga. La Ortodoxia Oriental se separó de Roma en 1054 y hoy la Iglesia rusa -hoy la mayor rama ortodoxa- cuenta con cerca de 165 millones de fieles, de un total de 250 millones que siguen esa religión (ver infografía).

"Es un evento importante desde el punto de vista simbólico, puesto que la Iglesia Ortodoxa de Rusia siempre se había negado a reunirse con el Papa. No obstante, aunque la rusa es la Iglesia Ortodoxa más grande, solo el Patriarca Ecuménico, Bartolomé de Constantinopla, simboliza a la Ortodoxia universal", explicó a "El Mercurio" George Demacopoulos, director del Centro de Estudios Cristianos Ortodoxos de la Universidad de Fordham.

Desde Pablo VI, los papas se han reunido con el Patriarca Ecuménico que tiene sede en Estambul, quien es considerado el "primero entre iguales" en la Iglesia Ortodoxa y el único patriarca que puede hablar por la Ortodoxia mundial. Sin embargo, la Iglesia rusa es la más grande y poderosa.

El interés de Francisco en el encuentro estaba claro desde, al menos, noviembre de 2014, cuando al regreso de un viaje a Estambul reveló que había hablado por teléfono con Kirill y que le había dicho: "Iré adonde quieras. Llámame y yo voy".

"Esfuerzos para llevar a cabo una reunión como esta se han realizado desde los años 60, con el Papa Pablo VI, y se intensificaron con Juan Pablo II. Pero siempre han sido bloqueados por problemas teológicos y políticos", asegura a este diario John Allen, editor asociado de Crux, una publicación del Boston Globe y autor de 10 libros sobre el Vaticano.

Pese a que en los últimos años han existido intentos de acercamiento entre ambas iglesias, estos se han visto dificultados por la desconfianza.

Los ortodoxos resienten, entre otras cosas, el supuesto proselitismo católico en el espacio ex soviético. El problema reciente más acuciante se centra en la Iglesia Católica griega de Ucrania, la segunda más grande del país, que sigue los ritos de la iglesia oriental, pero responde a la Santa Sede. La Iglesia Ortodoxa rusa ha considerado el oeste de Ucrania como su territorio tradicional y ha resentido la influencia papal allí. Kiev, la capital ucraniana, es considerada la cuna de la cultura cristiana rusa.

Aunque la reunión de La Habana ha sido considerada en algunos círculos católicos como un importante avance ecuménico, Francisco también ha sido objeto de críticas por permitir, dicen algunos, ser utilizado por un Kremlin deseoso de ganar terreno político entre los cristianos ortodoxos y en la escena mundial, en momentos en que Rusia está cada vez más aislada de Occidente.

El Presidente ruso, Vladimir Putin, ha respaldado a la Iglesia rusa, que a cambio apoya la política exterior del Kremlin, particularmente en relación con Ucrania y Medio Oriente.

"Días antes de que se anunciara la reunión, los 14 líderes ortodoxos acordaron llevar a cabo un consejo de arzobispos en junio, algo que no ocurría hace siglos. Reuniéndose con Francisco, Kirill está intentando mostrarse a sí mismo como líder de la Ortodoxia, en desmedro de Bartolomé", plantea Demacopoulos, aludiendo a las motivaciones del Patriarca ortodoxo.

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