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El otro trayecto:

Desilusionados con Europa, miles de migrantes iraquíes empiezan a volver a sus casas

martes, 09 de febrero de 2016

Tim Arango The New York Times
Internacional
El Mercurio

Bagdad El clima, los altos precios y la discriminación incomodan a algunos refugiados, los que han recibido ayuda de los gobiernos locales para regresar.



Noche tras noche, Mohammed al Jabiry se daba vueltas y vueltas en su cama en un centro de refugiados en Finlandia, mientras comparaba su vida actual con la que tenía en Bagdad. Después de muchas noches de insomnio, decidió volver a casa.

"En Irak, puedo encontrar a una chica para casarme", pensaba Jabiry, de 23 años.

Hubo pequeñas cosas también que lo impulsaron a regresar, como el alto precio de los cigarros y el clima más frío. "En Europa, estaba aislado", dijo. "La vida en Europa no era lo que esperábamos".

El año pasado, tentados por los reportajes en las noticias que hablaban de un paso fácil a Europa a través de Turquía, decenas de miles de iraquíes se unieron a los sirios, africanos y afganos en la gran ola migratoria al continente europeo. Ahora, miles de iraquíes están volviendo a casa.

Muchos cuentan que llegaron a Europa con expectativas irreales de alcanzar un éxito rápido. Algunos también dicen que la recepción cálida que tuvieron por parte de los europeos a mediados del año pasado dio paso a la sospecha, tras los ataques terroristas en París perpetrados por el Estado Islámico (EI).

Los iraquíes que se han quedado en Europa son especialmente aquellos que vivían en lugares que cayeron en manos del EI. Y otros todavía lo están arriesgando todo para cruzar por mar y llegar hasta allá.

Otro segmento

Los que regresan reflejan en gran medida otro segmento de la migración: los que dejaron Bagdad por razones económicas, o simplemente por curiosidad, después de ver tantos reportajes de migrantes que llegaban con alegría a las costas europeas.

El verano pasado (en el hemisferio norte), Facebook estaba lleno de posteos sobre hacer el viaje. Ahora, algunos iraquíes en Europa están recurriendo a los medios sociales para advertirles a sus compatriotas que no lo hagan.

La Organización Internacional para la Migración señaló que ayudó a que casi 3.500 iraquíes regresaran a casa el año pasado; solo una fracción de la cantidad total que está volviendo, puesto que muchos lo hacen con la asistencia de los gobiernos locales o las embajadas de Irak en Europa.

El gobierno iraquí hace poco envió una delegación a Europa para que esta organizara el retorno de sus ciudadanos, y puede que envíe aviones chárter para que vuelvan al país.

"Hay una gran cantidad de migrantes iraquíes que quieren regresar de Europa", manifestó Satar Nawrooz, vocero del Ministerio de Migración y Desplazamiento de Irak. "Algunos lo quieren hacer por razones personales, otros porque sus solicitudes de residencia fueron rechazadas o debido a las condiciones de vida tan caras".

Muchos de los que retornan a Irak también están en quiebra, puesto que vendieron gran parte de sus pertenencias para pagarles a los contrabandistas que los sacaban de Turquía.

"Nuestro sueño era dejar el país", contó Haithman Abdulatif, 48 años, quien vendió su Mercedes por US$ 8 mil para pagar el viaje que él hizo con su hija de 10 años. "Se hablaba de esto en todas partes, en la TV, en los medios sociales".

Él llegó a Bélgica con la idea de una vida más fácil, cómoda y segura: "Esperaba que me dieran una casa, un buen empleo, para poder tener una vida mejor. Eso era lo que yo soñaba".

La realidad, continuó, fue muy diferente. Rápidamente gastó los US$ 8 mil que reunió, principalmente en el pago a los contrabandistas, y se encontró casi sin dinero. Odiaba la comida. Y obtener la residencia y encontrar un trabajo aceptable demoraría meses, aseguró. Finalmente, acudió a las autoridades y les expresó: "Quiero volver a Irak".

"Ellos estaban sorprendidos", manifestó. "Pero les dije que prefería morir en mi país que morir en un país extraño".

Muchos iraquíes tampoco consideraron la dificultad de llegar a una sociedad europea, liberal, viniendo ellos de una cultura árabe conservadora.

"Sentía que no podía vivir en una sociedad abierta", contó Aqeed Hassan, de 26 años. "Mi esposa se cubre la cabeza, y no me parecía que a ellos les gustaran los árabes".

Con todo, Jabiry aseguró que al principio a él lo trataron con afecto, aunque también con cierta curiosidad.

"En los primeros días, la gente estaba impresionada con nosotros", dijo. "Nos tomaban fotos, nos invitaban a su casa. Les gustaba nuestra piel morena y cabellos oscuros".

Sin embargo, después de los ataques en París, muchos europeos empezaron a considerar a los migrantes como una amenaza a la seguridad.

"Evitaban mirarnos", aseguró. "Sentía que los finlandeses realmente ya no nos querían".

Y agregó que las autoridades finlandesas no lo presionaron para que se fuera, pero sí vio avisos en el centro de refugiados donde vivía, que decían que Finlandia pagaría los boletos de avión para volver a casa.

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