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Entrevista 10 años de escritura

Álvaro Bisama: "Todo lo que he hecho va contra el sentido común"

domingo, 03 de enero de 2016

Roberto Careaga C.
Publicaciones
El Mercurio

El escritor rescata su primera novela, "Caja negra", y lanza "Televisión", una selección que refleja su perfil como crítico de televisión. Acá repasa la ruta que ha seguido en una década como novelista.



Pasó hace años. Al menos doce. Álvaro Bisama (Valparaíso, 1975) vivía con su mujer en Valparaíso en una casa larguísima. Entre la puerta de entrada y la cocina del fondo, la cruzaba un pasillo que, sin que supieran muy bien cómo, fue colonizado por tres televisores que casi siempre estaban encendidos y sintonizados en algún canal chileno. Transmitían un ruido que, de pronto, empezó a remitirse a un solo tono: explotó la farándula. Bisama, que todavía no publicaba ningún libro, empezó a darse cuenta de que en la histeria y el melodrama de esas estrellas fugaces y no siempre luminosas aparecía un relato. Una historia, dice Bisama, compuesta por "símbolos sobre lo que estaba ocurriendo en el país".

Pero antes de que decidiera descifrar qué decía la farándula sobre Chile, Bisama prefería investigar la literatura. Junto con Alejandro Zambra, era por entonces una de las voces que refrescaba la crítica literaria. En privado, llevaba años escribiendo textos dispersos que en 2006 se unieron en "Caja negra", una novela puzle que, sin pretenderlo o acaso secretamente, funcionó como la explosión inicial: ahí estaba insinuada buena parte de las rutas que transitaría en los cinco libros que publicó la década siguiente. Incluso en la serie de reseñas de películas falsas que incluye el libro también latía el destino más inesperado de Bisama: ser crítico de televisión.

"La tele siempre estuvo ahí. No se puede evitar", dice Bisama, sentado en un café frente al Parque Bustamante, mientras se saca y se pone unos lentes oscuros de patas amarillas. Vestido con una polera de la banda Joy Division, el director de la carrera de Literatura Creativa de la Universidad Diego Portales viene de supervisar una jornada de postulación a la escuela. Días antes de que cerrara el 2015, se juntaron dos nuevos libros suyos: la reedición de "Caja negra", después de años fuera de catálogo, y "Televisión", una selección de crónicas y cuentos precisamente sobre televisión, la mayoría escritos para la prensa. En conjunto operan como un eco del escritor en que se ha convertido Bisama en la última década: el lector de los escombros que produce el día a día. Pueden ser hoteles de Valparaíso, generaciones perdidas en la provincia, artistas secretos o personajes de reality shows .

Un texto temprano de "Televisión" (libro que inaugura el sello Lecturas Ediciones) anuncia el tipo de televidente que es Bisama. Después de varios días deliberadamente desconectado de la pantalla, escribe: "Estar unplugged está bien, pero te obliga a empezar a ver lo que hay delante de tus ojos y lo que nunca va a decir la tele, te remite a la sensación a veces feliz, a veces horrible, de asomarte a la letra pequeña del contrato que todos hemos firmado con la realidad, ese infierno que se esconde en cada recodo y que se pierde al apretar los botones del control remoto y contemplar la masacre con un paquete de cabritas". Otro escrito más nuevo, complementa: "Adoramos los reality shows porque amamos vernos en pantalla. Eso es todo. No hay que mentirse: adoramos vernos al espejo, contarnos las cicatrices, inventar un relato sobre nosotros mismos. Las teleseries desde hace rato son insuficientes".

La reedición que ahora hace Libros del Laurel de "Caja negra" sirve para recordar que todo empezó en una explosión de historias en que se cruzaban rockeros, unos gemelos que dirigían películas porno o de terror, legendarios dibujantes de manga japonés, escritores desquiciados y alguien que, al pasar, decía: "Valparaíso es un agujero negro cósmico que traga la luz de la galaxia". Bisama recuerda el libro como una foto de sus gustos en esa época. "El cine de terror, el manga underground de los 70, cierta narrativa fragmentada, pero también Fogwill, Aira, Juan Luis Martínez, Bolaño, (Juan Rodolfo) Wilkock, Stanislaw Lem", dice, y agrega: "Es un laboratorio de escritura, probé hasta dónde podía llegar. Hay algo de dar cuenta de una tradición apócrifa del pop que en ese momento no existía. Da cuenta de lo que veía por la ventana".

-Es un tipo de novela prácticamente que no existía en Chile. Se podría decir que es experimental.

"Yo podría haber salido a hablar de su lado experimental, de la escritura del borde... Pero la novela está ahí y tiene que defenderse sola. Yo no tengo que salir a vender que soy experimental o no. Se leía desde la ciencia ficción. En esos años, se publicaron puras novelas raras que no se parecían nada a lo que se estaba escribiendo: 'Bonsái' (Zambra), 'El exceso' (Patricio Jara), 'Ygdrasil' (Jorge Baradit), 'El púgil' (Mike Wilson), 'El número Kaifman' (Francisco Ortega). Una diversidad que luego explotó. Yo en ese momento escribí la novela que quería leer".

-Usted era crítico literario semanal en esa época, ¿qué recuerda de lo que leía?

"Harta novela realista, bien ejecutada, pero sin alma; mucha novela formalista sin preocupación del lenguaje. Yo leía mucha poesía en esa época, eso me liberaba de la ficción. Sentía que había existido una tradición súper fuerte de experimentación en la literatura chilena, con cruces entre narrativa y artes visuales, de donde venían Zurita, Diamela Eltit, Martínez, Gonzalo Muñoz, Ronald Kay, venía Lihn, y de pronto se había perdido. No estaba en lo que yo leía. No existía esa pregunta por la novedad, por pensar las formas. Independiente de que estuviera de acuerdo o no con esos modelos. Eso llegaba a molestarme".

- El libro está lleno de excesos: muchas historias, personajes, temas y referencias. La escritura también es desbordada.

"Si no soy excesivo a los treinta años, qué... Un amigo me preguntaba: '¿No te parece bonito contar una historia?'. Yo le decía: '¿Has escuchado a Sonic Youth? Recién hicieron un disco con canciones normales, con singles , después de 10 años de carrera. Cuando tenga 40 ahí veo si hago canciones'. No quiero hacer singles . No me interesa".

- ¿Las novelas que escribió después son más radiables?

"Responden a otras cosas. 'Estrellas muertas' pretende ser una escritura que no tiene parodia. Y si 'Ruido' es una investigación al problema de la memoria privada y trabaja un poco saboteando la autoficción, 'Taxidermia' indaga en cómo opera la memoria. Son cosas que están en 'Caja negra'".

- ¿La novela entonces es de alguna forma una matriz de su obra?

"Yo no me lo quiero preguntar. Me parece interesante que exista una obsesión de fondo. Hay elementos que me interesan: el paisaje, el tema del escombro, cómo construir tradición desde la provincia, cómo funciona el mecanismo de la obra de arte, cómo la ficción es una prótesis de la memoria. Son cosas que estaban en 'Caja negra' y aparecen en los libros que vinieron . Pero las otras novelas responden a preguntas más específicas y están escritas una contra otra, tratando de no repetirse. De la dispersión de 'Caja negra' pasé a 'Música marciana' que tiene solo un narrador. Con 'Estrellas muertas' pasé de un día a hablar en un foro sobre "Star Wars" a otro sobre la memoria de la dictadura. 'Caja negra' me dio esa ventaja de no estar encasillado en ningún lado".

- De hecho, en ese momento usted era crítico literario y ahora es crítico de televisión.

"Eso es muy raro. Nadie lo hace. Pero también todo lo que he hecho va un poco en contra del sentido común. Está bien. Comentar televisión es una excusa para hablar del presente, es una excusa para hablar de política sin hacer una columna de política, de cómo las imágenes construyen realidad, de cómo estos relatos televisivos que despreciamos tienen un peso simbólico porque están hablando de algo mayor. Son metáforas de lo que ocurre en el país. No es nada muy distinto que hablar de literatura, pero acá es mucho más importante el sentido común".

- ¿El Bisama que critica televisión opera con la misma mentalidad teórica del que reseña libros?

"Trato de no citar. Mis gustos literarios son un poco más freak . Yo igual disfruto un reality , puedo saber cuándo está bien hecho o no, por el sentido común. No tengo rollos con eso. Cuando escribes de tele te guías por intuición, rabia, operan más las percepciones. Muchas veces es imposible que no te conmueva, hay personas que están exhibiendo su vida hasta que no les queda nada. Y nadie lo comenta en serio. Lo que hago con la televisión se parece en un sentido a lo que hacía al criticar libros, en El Comelibros (de Revista de Libros), donde observaba ciencia ficción, policial, terror, algo de literatura latinoamericana, géneros laterales. Con la tele trabajo con objetos que son despreciados, que no tienen dignidad cultural. Es bonito hacerlo".

"Comentar televisión es una excusa para hablar del presente, es una excusa para hablar de política sin hacer una columna de política".

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