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Academia Sueca calificó el aporte como fundamental para la comprensión del universo:

Nobel de Física recae en dos científicos que develaron el misterio clave de los neutrinos

miércoles, 07 de octubre de 2015

Richard García
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

El canadiense Arthur McDonald y el japonés Takaaki Kajita descubrieron que estas partículas subatómicas tienen masa.



La Academia de Ciencias Sueca honró ayer al japonés Takaaki Kajita y al canadiense Arthur B. McDonald con el Premio Nobel de Física por demostrar, por separado y hace alrededor de 15 años, que las partículas subatómicas conocidas como neutrinos no son uniformes, sino que presentan cambios a medida que viajan por el espacio y, por lo tanto, tienen masa. Esto es algo que no contemplaba el modelo estándar de la física de partículas y, por ende, fue un aporte fundamental para mejorar la comprensión del universo.

Los neutrinos son las partículas más misteriosas y escurridizas de la naturaleza. Son subproductos de la desintegración de elementos radiactivos y carecen de carga eléctrica (de ahí su nombre). Se forman en el centro de estrellas como el Sol o en las explosiones de supernovas, pero también provienen desde el mismo Big Bang, la explosión que originó nuestro universo, y de las colisiones de los rayos cósmicos con la atmósfera terrestre. También derivan de la radiactividad natural de la Tierra y a partir de los reactores nucleares.

"Los neutrinos son la segunda partícula más abundante del universo después de los fotones, que son responsables de la luz", explica el investigador del Instituto de Física de la Universidad Católica Pedro Ochoa.

Pero justamente por ser tan minúsculos casi no interactúan con la materia. Al contrario, atraviesan todos los objetos, incluso a las personas. "Por cada centímetro cuadrado de piel expuesto al sol pasan 10 mil millones de neutrinos por segundo. Nos atraviesan como si no estuviéramos", explica Claudio Dib, profesor del Departamento de Física de la Universidad Federico Santa María.

Por ende, para poder estudiarlos hay que emplear poderosos detectores. Por ejemplo, el Super-Kamiokande, que utiliza el equipo de Kajita, está situado en una mina de zinc a 250 kilómetros de Tokio y a 1 km de profundidad; mientras que el Sudbury Neutrino Observatory de Canadá, que usa el grupo de McDonald, está en el interior de un yacimiento de níquel.

El Super-Kamiokande consiste en un tanque 50 mil toneladas de agua dentro de una caverna. Con equipos especiales, los científicos pueden registrar los breves estallidos de luz que se producen cuando algún neutrino choca con un núcleo atómico o electrón, lo que ocurre rara vez.

Y, justamente analizando esas raras interacciones es que los científicos descubrieron que los neutrinos no eran uniformes, sino que oscilaban, es decir se transformaban en distintos tipos de neutrinos, y eso solo podía ser posible si estas partículas tenían masa, por muy pequeña que fuera.

Kajita es uno de los científicos que han respaldado la construcción del gran laboratorio subterráneo ANDES en el túnel que comunicará La Serena, en Chile, con San Juan, en Argentina, cuenta Dib. Justamente, uno de los experimentos previstos es un detector de neutrinos provenientes del centro de la Tierra.

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