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Agroecología, la otra vía para una agricultura sustentable

lunes, 21 de septiembre de 2015

Paloma Díaz Abásolo
Reportajes central
El Mercurio

* Se trata de una aproximación científica que busca desarrollar sistemas agrícolas sostenibles, protegiendo los recursos naturales y la biodiversidad. En Chile existen pequeños y grandes productores que la han incorporado, pero no hay recursos públicos destinados para investigación y solo algunas universidades imparten cursos sobre esta modalidad para los futuros profesionales del agro.



Juana Venegas comenzó a ser agricultora hace ocho años, con la idea de aportar más ingresos para su familia en la comuna de San Nicolás, en la Región del Biobío. Partió con lo que había visto hacer a sus padres y abuelos, incorporando el guano de los animales como abono para los frutales y haciendo compost con los desechos de la casa, para no tener que comprar agroquímicos y, a raíz de eso, obtener mejores precios con sus productos.

De a poco fue tomando cursos para hacer más sustentable su producción y ahorrar costos. Aprendió a elaborar humus con la lombricultura, a hacer almácigos y biopreparados para incorporarlos en el riego. Instaló un biodigestor con el que obtiene gas para la cocina a partir del guano de sus 100 gallinas araucanas y, hace poco tiempo, un panel solar para el agua caliente, transformando su predio de media hectárea en una granja demostrativa de las técnicas que aportan al desarrollo de la agricultura sustentable apoyada por el Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario (Indap), que está comenzando a promover la agroecología como vía de desarrollo para los pequeños productores.

El apoyo que ha recibido Juana Venegas del Indap es una de las señales de que en Chile está comenzando a cobrar fuerza una tendencia que en otros países ya cuenta con programas oficiales de desarrollo y fomento, con recursos asignados y especialistas dedicados a su investigación. Brasil, por ejemplo, desde 2013 lleva adelante un programa por más de US$ 2 mil millones en tres años para fomentar la producción agroecológica, y Francia en el mismo año contrató a 220 nuevos investigadores para enseñar este sistema en las escuelas agrícolas públicas, a lo que este año se sumó el Instituto Nacional para la Investigación Agronómica (Inra) de ese país, que le dará prioridad a la agroecología en sus programas de investigación y desarrollo de proyectos de aquí a 2020.

La agroecología es una nueva aproximación científica para solucionar los problemas que enfrenta la agricultura, que busca desarrollar ecosistemas sostenibles y estables, además de mantener la productividad a lo largo del tiempo. Si bien muchas veces se confunde con la agricultura orgánica o la biodinámica, los especialistas insisten en que esas formas de producción pueden ser parte de la agroecología, pero que esta no se reduce solo a la no aplicación de agroquímicos en los huertos o cultivos. De hecho, el énfasis que se le ha dado en Francia durante los últimos años ha sido el verla como una herramienta clave para combatir el cambio climático.

"La agroecología es una nueva ciencia holística, sistémica, que rompe con los paradigmas de la ciencia convencional, aunque también es científica, pero incorpora otras formas de conocimiento que ha rechazado la agricultura convencional, como es el conocimiento de los campesinos. La agroecología también es participativa y activante socialmente", explica el académico e investigador de UC Berkeley Miguel Altieri, chileno y uno de los investigadores en agroecología más reconocidos de Estados Unidos y a nivel mundial.

Por su enfoque hacia el desarrollo de una agricultura sustentable, a la protección de los recursos naturales y al avance hacia sistemas alimentarios más inclusivos y eficientes, a mediados de este año la FAO -que en 2014 realizó el primer simposio mundial sobre agroecología, al que se suman tres seminarios internacionales este año- aseguró que "debe convertirse en una parte importante de las estrategias de erradicación del hambre de los países de América Latina".

En Chile, aunque se ha incorporado como sistema de producción en grupos de pequeños agricultores y de medianos y grandes, no existen programas de investigación públicos ni un programa de desarrollo oficial de la agroecología, y son muy pocas las universidades que cuentan con cursos o programas de formación enfocados en esta área.

El rol social

Una de las razones por las que Pedro Flores comenzó a trabajar en forma agroecológica en sus cultivos de hortalizas en Quillón, en la Región del Biobío, fue por ahorrar los costos que le significaba comprar abonos. Vende su producción en la feria de Tomé todas las semanas y, aunque no consigue precios más altos por tener verduras libres de agroquímicos, dice que ha sido una manera de obtener más ganancias.

"A la gente acá le interesan los precios, no la calidad. Entonces, los vendemos a lo mismo que las hortalizas tradicionales, pero el beneficio viene por el lado de los costos más bajos", comenta.

En ese sentido, el doctor en Agroecología y director del Instituto del Medio Ambiente de la U. de La Frontera, René Montalba, explica que como la agroecología permite tener buenos niveles de producción en los campos, manteniendo las condiciones biofísicas del lugar, es casi la única alternativa sustentable de producción para quienes no tienen acceso a los insumos ni a financiamiento, lo que también le da un rol social que va más allá del ámbito productivo.

"Tiene la función de mantener a los campesinos en el campo. Uno de los problemas sociales que viven muchos países es que se están quedando sin agricultores, y eso no es solo un problema de producción de alimentos, sino de que hay mucho conocimiento que se está perdiendo y también una pérdida social", explica.

Sin embargo, René Montalba advierte que aunque es un sistema que permite producir sin dinero, requiere de muchos conocimientos e información, como adaptar técnicas a la realidad de cada lugar, algo con lo que coinciden todos los especialistas.

En relación con eso, los agroecólogos locales critican que el apoyo que está dando Indap a grupos de pequeños agricultores, como Juana Venegas o Pedro Flores, tiene el enfoque puesto solo en las tecnologías y no en el cambio de fondo que implica este sistema de producción -de orientarse hacia el equilibrio del ecosistema local y la incorporación de los conocimientos de los campesinos-, pero lo ven como un primer paso para difundir con más fuerza las ventajas de la agroecología en la pequeña agricultura.

"Se debiera pensar en crear no un programita, como lo que está haciendo Indap, sino que un programa nacional de agroecología, con financiamiento, como lo está haciendo Brasil. Debería haber una manera de fomentar esto y de aprovechar que en Chile existe un grupo de agroecólogos que se han formado y que podrían llevar adelante esto", propone Miguel Altieri.

La conversión

Miguel Elissalt lleva cerca de 30 años dedicado a la agricultura orgánica. Es productor de manzanas, kiwis y peras en Longaví y tiene certificaciones de producción orgánica y biodinámica. Asesora a empresas como la viña Emiliana y la exportadora Greenvic, ha sido presidente de la Asociación de Agricultura Orgánica de Chile (Aaoch) y está convencido de que la agroecología es una oportunidad que tiene el país para diferenciarse con la producción de alimentos de calidad, ya que no es un sistema que esté orientado solo a la pequeña agricultura.

"Yo creo que, mientras más grande es un predio, es más fácil trabajar con los principios de la agroecología, porque cuanto más grande es un predio, su barrera o borde es más pequeño en relación con la unidad, por lo que tiende a ser más estable, o sea, tener un predio más grande puede ser incluso una ventaja", afirma, y recalca que esto no tiene que ver solo con la sustitución de insumos, sino que con mucha información, por lo que es un proceso que toma varios años.

Entre los mayores riesgos que advierte para los agricultores convencionales que se interesan por iniciar una conversión hacia un modelo agroecológico, especialmente en los frutales, está la disminución de los niveles de rendimientos que pueden experimentar en los primeros años, por lo que muchos optan por realizarlo en forma gradual si no tienen las espaldas económicas para soportar esa baja, y también que se debe tener en cuenta el destino de la producción.

"Todo lo que tenga que ver con orientación a la agroindustria es más fácil que la orientación a la exportación para su consumo fresco. Hay especies más complejas, como las cerezas, pero es por la comercialización, porque tienen que enfrentar condiciones de poscosecha que son bastante estresantes para llegar al Lejano Oriente", advierte.

Por otra parte, René Montalba asegura que las inversiones en sistemas agroecológicos son más eficientes que en los convencionales, al considerar parámetros como el energético o las mediciones de huella de carbono o huella ecológica: "En rentabilidad también es más eficiente, porque manejas inversiones y no costos de insumos, pero pareciera que el único indicador válido es cuánto produces por hectárea y no producir mejor para tener una mejor calidad de vida, que debiese ser el objetivo de las políticas públicas agrarias".

Como no existen certificaciones de producción agroecológica a nivel internacional -los productores normalmente se certifican como orgánicos o biodinámicos-, el reconocimiento por parte de los compradores internacionales pasa más por las relaciones de confianza y las visitas a los huertos.

"El productor agroecológico hace las cosas porque está convencido de que lo que está haciendo está bien, y el premio de eso no solo es el precio, sino que la oportunidad de venta oportuna de los productos, el ser preferido antes que otro", asegura Miguel Elissalt, y advierte que los productores que quieren convertir sus sistemas solo por el interés económico muchas veces fracasan porque no tienen un convencimiento más profundo del cambio.

Falta de investigación y técnicos

Uno de los puntos flacos que los investigadores ven para potenciar el desarrollo de la agroecología en Chile es la falta de profesionales del sector que estén capacitados, ya que la mayoría de los agrónomos están formados bajo los principios de la agricultura convencional y la revolución verde, que busca elevar los rendimientos de los cultivos para suplir la creciente demanda por alimentos a nivel mundial.

De hecho, es una de las observaciones que hizo Miguel Altieri cuando visitó las granjas demostrativas que está impulsando Indap en la Región del Biobío y que le interesa ayudar a cambiar. "Nos dimos cuenta este año de que la visión del Indap no entiende lo que es la agroecología y estoy en conversaciones con el director para dar cursos en Chile y que sus profesionales se capaciten", comenta, y agrega que instituciones como el Inia y las universidades deberían incorporar líneas de investigación en agroecología, lo que hasta ahora casi no existe.

Por la misma línea va el director del Grupo de Agroecología y Medio Ambiente (Gama) de la U. de Santiago, Santiago Peredo, quien dirige el único postítulo en agroecología que existe en las universidades chilenas, y que insiste en que no solo es necesario capacitar a los técnicos del sector público, sino también a los encargados de revisar las propuestas de proyectos y a quienes asignan los recursos.

"En conjunto con quienes evalúan los proyectos tenemos que crear en forma nuevos indicadores para que tengan parámetros de medición apropiados, mientras que a los profesionales que van a trabajar en terreno con agroecología se les deben enseñar otras cosas", explica.

Sin embargo, los especialistas creen que la falta de capacitación tiene una raíz más profunda, que pasa por ver a la agroecología o incluso a la producción orgánica solo como modas y no como una nueva aproximación científica.

"Faltan profesionales e investigación porque esta en la agricultura orgánica y en agroecología nunca ha sido un tema prioritario para los gobiernos, y la industria todavía lo ve como una cosa rara, como un nicho o una moda que se va a acabar", dice Miguel Elissalt.

René Montalba cree que es fundamental poner el énfasis en la formación de capital humano.

"Para cambiar a un modelo agroecológico se requieren pasos previos y constancia, por lo que necesitamos mucha investigación para llegar a soluciones de problemas específicos, ya que lo que busca esta aproximación es solucionar los problemas de sustentabilidad que tienen los modelos de agricultura", plantea, con la idea de poder generar las bases para los procesos de conversión hacia la agroecología que se darán a futuro.

220 investigadores contrató
Francia para enseñar agroecología en las escuelas agrícolas, y el INRA le dará prioridad en sus proyectos de investigación.

"Más que certificar un producto para un mercado, la gracia del manejo agroecológico es la eficiencia energética y física, la capacidad de producir donde no se produce y el cuidado de los recursos prediales"
RENÉ MONTALBA,
DOCTOR EN AGROECOLOGÍA

"La agroecología le da mucha importancia al estudio del conocimiento local, de la tradición campesina o indígena vinculada a conservar los recursos naturales para reproducir el sistema"
SANTIAGO PEREDO,
DIRECTOR DEL GRUPO GAMA DE LA USACH

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