Dólar Obs: $ 982,38 | 0,07% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.072,05
IPC: 0,60%
Teatro Cinema

"La Contadora de Películas"

domingo, 09 de agosto de 2015

Economía y Negocios
Artes y Letras
El Mercurio




La contadora de películas es un personaje de la novela de igual nombre, de Hernán Rivera Letelier. En las oficinas salitreras, en medio del desierto de Atacama, la única entretención era el cine, pero en esta familia no tenían dinero para ir los cinco, la enviaban a ella para que luego les contara las películas. María Margarita lo hacía tan bien, que empezaron a llegar amigos de los hermanos; el padre, que estaba inválido, invitaba a ex compañeros de trabajo, y al final, mucha gente del pueblo la iba a escuchar. Algunos hasta preferían sus relatos a las películas. La historia era perfecta para Teatro Cinema porque ellos también cuentan historias de un modo que parece cine, y hasta podrían esperar que las encontremos mejores porque tienen la magia de las imágenes filmadas y las interpretan actores que están ahí en el escenario.

La novela se sitúa en uno de los muchos pueblos que fueron quedando abandonados en el desierto cuando el salitre dejó de ser el abono y el componente de la pólvora que se ocupaba en todo el mundo. La vida en esas "oficinas", muy artificial en esos lugares inhóspitos, declinó rápidamente cuando dejó de exportarse el salitre. Ahora siguen en pie, con sus calles, sus casas vacías, los postes de los tendidos eléctricos, pero sólo las habitan fantasmas. Poseen un misterioso atractivo que ha sabido recuperar Hernán Rivera Letelier. Sus personajes viven esperanzas y tristezas que nos parecen muy verdaderas. Además él, como su contadora de películas, comenzó a narrar estas historias sin ninguna pretensión, y se ha convertido en el gran intérprete de la vida en el norte. Con simpatía, en una entrevista, decía que al hacerlo pasó de proletario a propietario. Antonio Acevedo Hernández también pensó en la necesidad de presentar historias y leyendas del norte, y aunque ya era conocido por sus obras sobre campesinos del sur, fue a Copiapó y escribió "Chañarcillo", que hoy es un clásico teatral.

La Compañía Teatro Cinema toma la historia de Hernán Rivera Letelier y le da su propia forma. Es cine con actuaciones en vivo. Es su cuarta experiencia en esta línea que comenzó el año 2007 con "Sin Sangre". En todas ellas la técnica ha tenido prioridad. Las historias son interesantes y están bien contadas, sin embargo lo central es esa especie de magia en la que el teatro se convierte en cine. Laura Pizarro es aquí la contadora de películas, Sofía Zagal interpreta a su madre, Cristian Aguilera, Fernando Oviedo y Daniel Gallo interpretan al padre, los hermanos y otros personajes. Sus movimientos deben ser ejecutados con absoluta precisión porque deben coincidir con las imágenes filmadas a las que se incorporan. Es una coordinación sorprendente, exacta, sin espacio para errores. Como mecanismo que sólo resulta si funciona perfecto, no es extraño que resulte frío.

La historia es emotiva y nos inunda de tristeza en la novela; en la versión de Teatro Cinema nos impresiona más que nada por sus aspectos técnicos: está siempre enmarcada por un "text frame", la vemos como dentro de una tarjeta postal con movimiento. Al comienzo las imágenes están voluntariamente desenfocadas para ingresar lentamente al pueblo que irá apareciendo desde el blanco y negro a una mayor nitidez en color. En "contrapicado" vemos la fachada del cine, y en un "barrido" hacia abajo vemos el hall de entrada. Mediante "travelling" la familia sale del cuadro lentamente y por un "fundido" se pasa a una caverna misteriosa, que está en una de las películas que cuenta María Margarita. Para apreciar el trabajo de Teatro Cinema es necesario poder entender su técnica de fusión de cine y teatro.

Un problema es que las imágenes que se proyectan son de cine pero las voces de los actores son de teatro, sin la amplificación del cine, mal se escuchan en la gran sala del Centro de las Artes. Otro problema es que hoy el cine ha llegado a la Tercera Dimensión y aún a la Cuarta en la que las butacas se mueven, el espectador percibe aromas, recibe ráfagas de calor o frío. Esta forma de teatro-cine con superposición de proyecciones y actores que se mueven entre ellas, sorprende como teatro, pero es poco como cine.

Teatro Cinema, desde que se separó de La Troppa, ha iniciado un nuevo ciclo, lleva ya siete años en él, pero los procesos creativos son más largos y ellos ciertamente continuarán en sus búsquedas. Juan Carlos Zagal y Laura Pizarro han desarrollado una exitosa carrera internacional, pero son de Chile y donde vayan implícitamente nos representan, por lo que es mejor que lo hagan con historias que surgen de nuestra tierra.

COMPAÑÍA TEATRO CINEMA

Sala Corpartes,

Rosario Norte 660,

Hasta el 16 de agosto.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia