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La hectárea de suelo agrícola ya vale $45 millones cerca de Santiago

lunes, 03 de agosto de 2015

Arnaldo Guerra Martínez
El_Mercurio

Valor corresponde a campos al borde Santiago que son vistos como inversión futura, pero el boom frutícola presiona la demanda por suelos apropiados para plantaciones y ha elevado los precios a un promedio de $25 millones en la zona central. Cerezos y nogales están entre los más plantados, aunque las viñas y los olivos incorporan nuevos terrenos a la agricultura de riego.

La moda hoy son los frutales, sobre todo los parronales, y el valor de la hectárea cerca de Santiago y Rancagua puede llegar al millón de pesos, destacaba un reportaje de la Revista del Campo de 1985.

Treinta años después, el boom frutícola de la zona central sigue siendo el motor, ahora principalmente con los cerezos y nogales como estandartes, que impulsa el valor de la tierra a las nubes. En casos muy puntuales como Colina, en terrenos de primera, con vocación frutera y pegados a Santiago, se llega a $ 45 millones la hectárea. Eso sí, el promedio bordea los $25 millones en las mejores zonas cercanas a la capital y Rancagua.

El que algunos campos se vendan entre $30 millones y $35 millones la hectárea da cuenta de la tremenda transformación ocurrida en la zona central. Un cambio productivo que permitió pasar desde una agricultura tradicional, en que los rubros más importantes eran el maíz, la alfalfa, el trigo, los porotos o el maní, hacia una agricultura frutícola industrial, muy productiva, competitiva, y con foco en la calidad.

Francisco Duboy, agricultor dedicado a las peras y a los corderos en su campo de Rosario, Rengo, también presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de O"Higgins y de la Federación de Agricultores de Cachapoal, considera que, para bien o para mal, se perdió la cara romántica que tenía el sector rural. "Los campos hoy no son para esparcimiento de la familia como antes. Son fábricas. La gran agricultura está constituida por plantaciones de frutales, normalmente varias especies, con instalaciones de frío y packing, predios casi dibujados, impecables, y la mediana fruticultura, con huertos y solo con la infraestructura de maquinaria necesaria para la explotación", comenta.

La entrada de nuevos inversionistas desde otros sectores también es factor en el cambio que se ha producido y que redunda en un precio de la tierra que está por las nubes. Es lo que cree el ingeniero agrónomo Mauricio Pérez, gerente agrícola de Serviagro Propiedades, empresa con 40 años en el mercado.

"El campo chileno se modernizó con una fuerte inversión en tecnología, con nuevas especies y variedades, lo que se tradujo en mejores producciones y calidades, más el ingreso de nuevos actores, generó buenos resultados a los inversionistas, y presión al aumento de la demanda por suelos y, por ende, a los precios", dice.

En suma, "ahora esta es la zona exportadora y productora de frutas más potente del país", opina el ex ministro de Agricultura y rector de la Universidad de Talca, Álvaro Rojas. Se refiere a que, entre la V y la VII Región se encuentra casi el 80% de las plantaciones frutícolas, con aproximadamente 233.137 hectáreas.

La tierra en lo más alto

En las últimas dos décadas, los aumentos porcentuales en el valor de la tierra son semejantes, fluctúan entre 40% y 50%, y en algunos casos son superiores, plantea un informe preparado por Serviagro Propiedades. Es el caso de comunas del norte de la Región Metropolitana, como Colina, en que los aumentos son superiores, y llegan a cerca de $45 millones por hectárea.

"Claramente, estos altos valores no se pueden incluir en este análisis ni para efectos de fijar promedios, ya que su destino visiblemente no está pensado solo para uso agrícola, sino como una buena inversión futura. En muchas de estas zonas, los valores son muy superiores a los que podría ser rentable producir agricultura, pero este tipo de inversionistas, a los cuales también se han sumado extranjeros, privilegian otros factores, como calidad de suelos, seguridad de aguas, cercanía a la capital y una buena inversión futura... Los compradores saben que es una buena inversión, que en el tiempo se debería valorizar mucho y, obviamente, al estar cerca de los límites urbanos, si la ciudad crece, es muy probable que el suelo pudiera cambiar de uso", señala Mauricio Pérez.

Considerando suelos planos y con buenas condiciones para la producción frutícola, en sectores con riego, las comunas de Santiago como Buin, Paine y Pirque muestran aumentos de precios cercanos al 50%, con un promedio de $25.000.000/ha, mientras que hace 15 a 20 años el valor era de $15 millones. No muy lejos, en Melipilla-María Pinto, se acercan a los $20 millones/ha.

Mientras, en la V Región -San Felipe y Los Andes-, los aumentos son muy semejantes, con promedios cercanos a los $28 millones/ha, ya que son tierras con muy alta demanda, por sus excelentes suelos y clima.

Desde Angostura al sur se repiten los aumentos, con algunos sectores que se salen del promedio, como Graneros, La Compañía y Santa Cruz -$18 millones/ha-, en la VI Región, y Rauco, Los Niches, Molina, San Clemente y Longaví, en la VII, con promedios cercanos a $12 millones/ha, en Curicó y un poco superiores en Sagrada Familia o San Clemente. Más al sur empiezan a bajar, en Linares y Longaví con un promedio que se acerca a $10 millones, mientras que hace 20 años era de $5 millones o menos.

Otra es la situación en las zonas agrícolas con factibilidad de riego. El mayor aumento de precios ocurrió en las zonas que han pasado de secano a riego, principalmente producto de inversiones hidráulicas, como elevación y conducción de aguas desde ríos o pozos profundos. Este proceso fue influenciado principalmente por la demanda de rubros, como el viñatero y el olivícola. El primero, porque buscaba nuevas zonas, con suelos y climas específicos para obtener vinos de mejor calidad, y el segundo, demandando grandes superficies. Eso llevó a colonizar muchas zonas nuevas, como Cauquenes, Pencahue, Lolol, Marchigüe, y Casablanca y Leyda, en la costa. Si antes estos suelos con potencialidad de ser regados costaban $800.000/ha o menos, ahora saltaron a casi el triple, con promedios cercanos a los $3 millones solo por la posibilidad de ser regados, pero se elevan más cuando tienen riego y están cultivados.

"Este tipo de zonas son cada día más escasas de encontrar, principalmente porque no es factible lograr pozos de buenos caudales en cualquier lugar y/o autorizaciones para nuevas extracciones, ya que la Dirección General de Aguas ha ido cerrando cada vez más las zonas de explotación. En muchos casos se han alcanzado valores muy altos, por lo que se ve difícil que sigan aumentado exponencialmente, por la rentabilidad de sus destinos posibles -no considera cambios de uso de suelo-, sumado a que ello ha sido posible, porque el país ha tenido un gran y sostenido crecimiento en el tiempo, con reglas claras para los inversionistas y políticas proemprendimiento, situación que está cambiando y no hay claridad cómo puede afectar al agro y, por ende, a la demanda y al precio de la tierra", señala Pérez.

años de transformaciones

Basta desplazarse por la Ruta 5 para apreciar los cambios en el panorama agrícola de la zona central, en todo sentido. No solo por la innovación en especies y variedades frutícolas, sino por el avance hacia nuevas zonas de producción y el nacimiento de nuevos valles en los que nunca se pensó en producir frutas, o bien, subiendo las plantaciones a los cerros. Fue lo que permitió pasar desde una agricultura tradicional a otra empresarial. Se produjo un cambio notable en las tecnologías e inversiones que permitieron ampliar la zona tradicionalmente considerada como agrícola.

Ahora el agro es visto como una empresa que debe estar al día en lo que quiere el consumidor, cuidando la calidad y la presentación, y anticipándose al cambio en sus gustos y, en muchos casos, introduciendo valor agregado al producto. El agricultor se profesionalizó y, un porcentaje significativo logró la integración vertical de su producción, desde el huerto a la mesa del consumidor.

En el camino, nuevos grandes proyectos originaron demanda por tierras y mayor desarrollo: el kiwi, el palto, la introducción del arándano, en los últimos tiempos los cerezos, viñas y olivos, y actualmente la fiebre por los frutos secos, como el nogal o el avellano europeo. Se pasó de proyectos promedio de 50 hectáreas a buscar sobre 100 hectáreas como mínimo.

La gran actividad y el fenómeno de la migración, dieron la entrada a un fuerte proceso de mecanización para remplazar mano de obra.

"Las condiciones de trabajo para la gente han mejorado sustancialmente, aun reconociendo que, a pesar de todos los esfuerzos, sigue siendo un trabajo pesado. Todos los trabajadores tienen previsión y salud. Hoy cualquier campo mediano a grande debe tener comedores, baños instalados en el huerto, agua de bebida disponible para los trabajadores a una distancia razonable del lugar de trabajo, etc.", señala Francisco Duboy. Así, junto con las especies plantadas que hoy se pueden cosechar a máquina, existen plataformas móviles en las que unos pocos trabajadores hacen el trabajo de muchos; por ejemplo, en la poda o en la cosecha misma.

Otro cambio notable es que hoy las cosechas las realizan contratistas, que juntan a la gente y la llevan a los campos a prestar un servicio.

"Lo que no cambia ni cambiará es que los mercados se van haciendo cada día más exigentes, los precios a lo más se mantienen, la demanda es variable y depende del resultado de producción de otros países, los requerimientos de sanidad, como la disminución del uso de agroquímicos, han aumentado", destaca Duboy.

Este empresario agrícola cree que la zona central, además de las cerezas, seguirá explorando nuevas variedades en general -carozos, manzanas, peras, uvas, kiwis- y también cultivos menores como los arándanos, que siguen siendo un negocio atractivo para los que lo hacen bien. Destaca Duboy que la Región de O"Higgins se transformó en la más exportadora de frutas del país, mientras que cultivos como el maíz, que hasta hace unos años llegaban a las 110.000 hectáreas, hoy no alcanzan las 70.000. Otro sector a la baja es la producción de semillas de maíz, actividad que se empezó a trasladar al Maule en busca de suelos más baratos, y porque la demanda de las semilleras internacionales bajó considerablemente.

Eso sí, los cerezos han aumentado exponencialmente en superficie y ya superarían las 8 mil hectáreas. Pero en general, la uva, las manzanas, las peras, los carozos y los kiwis siguen siendo los más importantes. Algo parecido ocurre en las otras regiones. La Metropolitana tiene al nogal, con 11 mil hectáreas, según el Catastro Frutícola de Ciren, como lo más plantado en los últimos años. La VII Región, a los manzanos rojos en el número uno, con 18.863 ha plantadas, pero aparece el olivo con 5.790.

Estadísticas que podrían variar a futuro, si se tiene en cuenta que manzanas y peras tuvieron un muy mal año, situación que está obligando a muchos a replantearse el negocio.

El clima y el agua como protagonistas

El cambio climático o el ciclo de años secos plantea efectos muy nítidos en la zona y llaman a tomar medidas.

Álvaro Rojas, rector de la Universidad de Talca, plantea que la actual situación se traduce en menos agua, mayores temperaturas, mayor irradiación, y eso tiene impacto en la fruticultura y en la localización de mejores sitios para determinados rubros.

Es lo que ha pasado con los cerezos y los viñedos que dependen de ciertas condiciones. Por un lado, hay cerezas que salen temprano al norte de la provincia de Curicó y en determinados microclimas de la VII Región se dan favorables hacia el sur. Pero uvas para vino y cerezas, dice Rojas, luchan hacia el sur con los efectos que les provocan la lluvia y las heladas. Pero como ya no corre el dicho de que la última helada cae para Todos los Santos, el 1 de noviembre, y se ha roto la tradición, las heladas se están retirando a octubre, lo que les plantea un espacio más amplio de producción, que incluye la provincia de Colchagua.

"La mayor disponibilidad de días sin lluvias a fines del otoño permite expandir también la fruticultura al sur y esa es la razón de que haya una importante cantidad de viñedos en la VIII Región. Hasta antes de este ciclo, la frontera estaba en el río Maule, dado que con exceso de lluvia hasta abril costaba mucho cosechar las cepas tintas y había que enfrentar una serie de problemas fitosanitarios. Ahora la cosecha de los tintos es más tardía, especialmente de merlot y carmenere", señala Álvaro Rojas.

Otro problema complejo es la escasez de mano de obra, que impide la expansión de la agricultura; no obstante, la tecnificación y reestructuración de muchos huertos con cultivos más enanos u otro tipo de conducción, para ahorrar mano de obra, pueden cambiar el panorama.

Rojas ve a futuro que seguirá el reemplazo de los manzanos hacia variedades rojas o amarillas bicoloreadas, que tienen más mercado. Estas replantaciones se están haciendo bajo otra estructura de producción que exija menos mano de obra. La tendencia en general es guiar las plantas en espaldera y no altas, como antes, para que permitan una cosecha manual o mecánica. El avellano europeo y el olivo seguirán ampliando la frontera agrícola. Otros que mantendrán el impulso serán los cerezos. "Es un producto que llega en pleno invierno a Estados Unidos, Europa y ahora a China como una novedad para las fiestas", dice.

También los paltos seguirán en subida, aunque están limitados porque requieren zonas sin heladas, y por tanto quedarán acotado a ciertas zonas de la IV, V y VI Región.

Pero el rubro que Rojas ve con más desarrollo es la viticultura, que busca terrenos más pedregosos, con muchas limitaciones, ya que de esos sale muy buen vino. Pretende también disminuir la producción por hectárea y apuntar más a calidad, que es el gran desafío de la vitivinicultura.

Rojas plantea que la fruticultura tiene hoy la posibilidad de expandirse al sur del Maule, en una franja que va entre Chillán y Linares. "En esos terrenos ya se está viendo cómo aparecen los arándanos, avellano europeo y nogales", dice.

El sufrido secano

Julio Pérez León recuerda que en Marchigüe había un mes de fiesta para la época de cosecha de trigo. También que partió trillando con una máquina estacionaria, cuando se segaba a mano y se engavillaba. Era todo un proceso y todo el pueblo de Alcones participaba. Después tuvo máquinas trilladoras. Trabajaba en la zona todo diciembre y después partía a San Carlos en enero y a Temuco en febrero. Pero no solo él, había muchos otros que llegaban con maquinarias. Ahora el trigo de secano está en retirada, lo mismo que la producción de corderos.

Pérez sembró 40 hectáreas de trigo en mayo. Todo andaba bien hasta la última lluvia que hizo brotar la semilla y crecer la plantita, pero ahora, sin agua, su potrero se ve solo con manchones verdes... Y si no llueve al 15 de agosto tendrá que dar por perdido este año y evaluar si les da lo que alcanzó a salir a sus ovejas, que son las únicas que tienen el futuro asegurado.

En su campo La Ponderosa, de 200 hectáreas, alcanzó a inscribir un pozo y con él riega 20 hectáreas de ciruelos para deshidratado, que son los que le equilibran la balanza. Su caso es ejemplo de las limitadas condiciones en que se desenvuelve la agricultura de secano de la zona central. Más crítica es la situación de los pequeños agricultores, aunque Indap los socorre cada tanto con pasto u otros apoyos.

En la zona de Marchigüe, solo algunas iniciativas, que parecen oasis en medio de la sequedad reinante, interrumpen la monotonía del paisaje. Viñas encaramadas en algunos cerros, entre otras de Concha y Toro, Montes, Estampa, y plantaciones de olivos, como la de Olisur, son lo nuevo en una zona que es la puerta de entrada al secano, que sin agua solo tiene entre sus opciones el trigo, los corderos y la plantación de pinos y eucaliptos. Todo podría cambiar para los cultivos y la ganadería con un mejor manejo del agua, mediante embalses de acumulación y la construcción de una planta frigorífica apropiada, ya que la zona -tras el fallido programa de desarrollo que intentó Carnes Ñuble- quedó prácticamente entregada al comercio informal de corderos.

Héctor Doberti, ingeniero agrónomo administrador del fundo Alcones -5.000 cabezas de ovinos y 40 ha de trigo-, señala que entre los agricultores de la zona no hay ninguna intención de aumentar la ovejería, incluso las grandes explotaciones han ido disminuyendo la masa. Es así como de los 20 mil corderos que se producían en la zona, ahora no sobrepasan los 6.500. Un factor para los grandes productores es la dificultad de colocar cantidades grandes de animales en el mercado, al no tener un poder comprador. El productor pequeño no tiene inconveniente en colocar 10 a 50 corderos informalmente.

Las condicionantes del secano son tales, que los corderos están en la tercera alternativa. "En los campos con pocas posibilidades agrícolas se planta bosque -pinos y eucaliptos-, y lo más malo queda para las ovejas, ya que sin agua no se puede hacer nada", señala Doberti.

Lo que plantean tanto Pérez como Doberti es la necesidad de hacer tranques acumuladores del agua invernal para hacer un mejor uso de ella y donde se pueda ingresar a las napas subterráneas, como se hace en California, o hacer surcos de retención en los faldeos, y eso bonificarlo de alguna manera por parte del Estado.

"Hay cosas que se han ido postergando en cuanto al manejo del agua, tema al que nadie le ha tirado pasto. Solo hubo un intento del gobierno pasado, pero se ha descontinuado y no hay indicios dentro de la política nueva de hacerlo", dice Doberti.

Y lo otro es un matadero apropiado para la zona, ni muy grande ni muy pequeño. "Debiera ser capaz de procesar unos 20 mil animales, más no creo que sea posible de conseguir. Una planta capaz de procesar 100 a 200 animales diarios durante seis meses. Pero es algo muy complejo que debe ser analizado seriamente, con voluntad política, pero abordado por una empresa", agrega Doberti.

"El ingreso de grupos empresariales de diversas áreas de la economía y de fondos de inversión agrícola, nacionales y extranjeros, aumentó la competencia, y por ende, la demanda por tierras"
MAURICIO PÉREZ LABBÉ
GERENTE AGRÍCOLA SERVIAGRO

"En cerezos, el desarrollo en manejo de huertos, variedades, densidad de plantación, techos, y contar con la última generación en máquinas de proceso, permite seguir en el negocio"
FRANCISCO DUBOY
AGRICULTOR DE LA REGIÓN DE O"HIGGINS

"En el tema del agua hay que mirar lo que hacen en California e Israel, con medidas muy drásticas para ahorrar agua, como eliminar el césped de los jardines y plazas o prohibir el riego por surco. Incluso desalinizar agua de mar o tratar la que proviene de la minería"
GUSTAVO ROJAS
PROFESOR FACULTAD DE AGRONOMÍA PUC


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