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En el MAVI Exposición de Teresa Gazitúa

La piedra, una metáfora de la vida

domingo, 12 de julio de 2015

Economía y Negocios
Escultura
El Mercurio

Una vasta, sobria y refinada exposición dedicada a diversas manifestaciones, expresiones y exploraciones asociadas al elemento pétreo se inauguró ayer en el Museo de Artes Visuales, MAVI. "Tiempo de Piedras" reúne medio centenar de obras creadas en los últimos quince años por esta destacada artista, en diferentes formatos y técnicas. Incluye también obra inédita, una publicación, y permanecerá abierta al público hasta el 27 de septiembre.



No es inmutable la piedra, nos recuerda Teresa Gazitúa. Nuestro tiempo, como humanos, no nos alcanza para observar su transformación, pero a escala del universo, la piedra sí evoluciona. Por ende, la muestra "Tiempo de Piedras" se concibió emulando la trayectoria natural que emprende desde las cimas andinas hasta el océano Pacífico. En esta ruta, a lo largo de los siglos, la piedra se va convirtiendo de macizo rocoso en arena, así como va cambiando la compañía de la nieve por la del agua.

"La exposición se inicia con las 'Cordilleras', que constituyen piezas escultóricas colgantes creadas en piedra laja de Cobquecura, y concluye en la sala más baja del Museo de Artes Visuales, MAVI, que posee varios desniveles. Allí, un video muestra el oleaje de una playa de Santo Domingo que va arrastrando piedras", precisa Teresa Gazitúa. Esta última obra, creada recientemente, reviste un especial simbolismo, porque el terremoto de 2010 se llevó la arena y dejó piedras del río Maipo; en tanto que las primeras pertenecen a su exposición "Piedra Matriz", de 2013.

Entre ambos extremos, ella crea sinuosos senderos con piedras, que aluden a los ríos que descienden de las montañas llevando piedras hacia el mar, y va colocando en los muros obras creadas entre el 2000 y el 2015. Esto incluye fotografías sobre papel y aluminio, grabados, dibujos, collages, videos, libros de artistas, murales con moldes de pulpa de papel sobre piedras, instalaciones y otras obras realizadas con este elemento o representándolo. Ha sido el hilo conductor de su trabajo durante este período, y reuniendo un total aproximado de cincuenta obras, las exhibe hasta el 27 de septiembre.

"En realidad, este recorrido que hace la piedra desde la cordillera hasta el océano, serpenteando por los ríos, puliéndose en el caudal de estas aguas, es como una metáfora de nuestra vida, del cambio que experimentamos, porque en la naturaleza todo se va transformando", subraya. Para ella, la piedra siempre está con nosotros, pero no la valoramos; es estable, pero no inalterable, y "siempre se usa como material, pero rara vez como protagonista de una obra", sostiene.

El lenguaje del grabado

Teresa Gazitúa se inició en la pintura, pero se especializó posteriormente en grabado, oficio que nunca ha abandonado, como puede apreciarse en diversas etapas de esta muestra y como lo prueba la última serie que presenta, "Rutas Grabadas", de 2015. Se constituye de piezas únicas trabajadas en planchas de aluminio con punta seca, a las que adhiere piedras encontradas en Buchupureo, cuyo diseño prolonga la línea que el cuarzo dejó en ellas. "Estas obras derivan del grabado; de hecho, mi lenguaje emana de allí -agrega-. Yo no uso el color; me interesa más la forma y la textura; sin embargo, el paisaje siempre estuvo en mí".

Desde su infancia, la naturaleza ha sido parte de su vida. "Provengo de una familia de agricultores. Desde niños pasábamos veranos enteros en el campo de mis abuelos, en San Vicente de Tagua Tagua, y también en lo que hoy es La Pintana, muy cerca del río Maipo. Allí, desde la época incaica, había pircas, muros construidos con piedras redondas, cuya forma se va moldeando en las aguas torrentosas de los ríos", revela.

-¿La naturaleza ha sido la fuente de inspiración de su trabajo?

"Ciertamente. Siempre digo que nosotros, en Chile, no tenemos la fuerza de las culturas precolombinas de México, Perú o Bolivia, pero tenemos un paisaje tan impactante, que nos imprime algo propio. He conversado mucho sobre este tema con mis hermanos artistas, Francisco y Carmen, y también con mis alumnos, durante los cuarenta y dos años en que ejercí la docencia en colegios y universidades".

-¿Echa de menos la etapa docente?

"Dejé el cargo de decana de la Facultad de Artes de la Universidad Finis Terrae para empezar a montar esta exposición, en 2012, así que no he tenido mucho tiempo para eso, y estoy feliz de poder dedicarme exclusivamente a mi arte. Respecto de la docencia, siento una gran sensación de misión cumplida, gratificante".

-¿Optar por el minimalismo en las composiciones y recursos es importante para usted?

"Mi trabajo es efectivamente desposeído; trato de decir mucho con poco, lo que se fue dando con el tiempo. Cuando joven, uno trata de poner en una obra todo lo que sabe, pero cuando se va madurando, uno va colocando solamente lo esencial y deja a un lado todo lo superfluo o decorativo. Pero este proceso no es consciente, y mi experiencia con los alumnos me indica que si se trata de hacer a propósito, no resulta".

-La factura de su obra es sencilla, pero a la vez sumamente fina...

"Me importa sobremanera que mi obra quede bien hecha, que sus terminaciones sean óptimas. También es fundamental el montaje, porque la iluminación es crucial en piezas como las 'Cordilleras'; a la vez, para emplazar obras en el suelo incorporaremos un cubrepiso negro en toda la superficie. Se suman elementos auditivos, ya que se escuchará de forma continua el sonido del video".

Piedras que caminan

-¿Cuándo aparece la piedra como elemento fundamental de su quehacer artístico?

"En cierta forma, siempre estuvo, desde mi infancia, pero cuando me fui a vivir a Pirque, a fines de los noventa, cerca del río, descubrí la importancia de la piedra y entendí que lo mío es desentrañar los conceptos que nos da la naturaleza. Allí descubrí también cuál era mi cultura; si bien antes trabajé otras temáticas, allí encontré mi lenguaje, mi soporte. Cuando la piedra es demasiado grande, la llevo a la fotografía; si es más pequeña, construyo obras con ellas. A mis alumnos siempre les dije que no trabajaran con materiales de ferretería; que se remitieran a su entorno".

-Frecuentemente dice que en su obra están muy presentes los conceptos de tiempo y espacio; el primero usted ya lo ha explicado. ¿Puede referirse al segundo?

"Las piedras recorren espacios en tiempos indeterminados desde la cordillera al mar. Por otra parte, creo mis obras para lugares determinados, por ejemplo, disponiendo mis piedras en recorridos en el espacio interior de galerías o museos; son 'site specific'".

-¿Cuál de sus libros de artistas va a exponer en esta muestra?

"Presentaré 'Línea de Tiempo', que es una edición de catorce ejemplares realizados a mano por mí en 2005, el que desplegaremos, como un acordeón, al interior de una caja adosada al muro".

-¿Usted se siente adscrita al Land Art?

"Ya estaba trabajando con piedras cuando descubrí a Richard Long, así como a otros artistas, norteamericanos, que practican el Land Art, pero yo no vivo allá, no pertenezco a ese movimiento. Acá hemos llevado a cabo bonitas experiencias de arte y naturaleza, como en la muestra "Tunquén-Neuquén" (2001), en conjunto con fotografías de Mario Fonseca y con obras en tierra de la argentina Teresa Pereda. También realizamos seminarios con alumnos en playas cercanas a Puchuncaví. Allí, durante una semana, ellos tenían que crear obras a partir de lo que encontraran, experiencia que fue muy enriquecedora".

-¿Cómo ejecuta piezas que involucran el traslado de cientos de piedras?

"Trabajo hace años con un ayudante, el escultor Alfredo Fernández. Él cuenta con toda la experiencia necesaria para el manejo de las piedras, desde la naturaleza al taller, de allí al espacio expositivo, y luego de vuelta al exterior, o a repartirse entre los amigos (en particular las grabadas con una cruz). Cuando vivía en Pirque podía reintegrarlas a mi jardín, y la piedra 'volvía a ser piedra'. Ahora vivo en un departamento/taller en Santiago; aquí no puedo guardarlas. Pero ellas seguirán su evolución, y algún día serán arena. En realidad, las piedras sí caminan, como dijo Gabriela Mistral en 'Tala': '¡Cordillera de los Andes, / Madre yacente y Madre que anda ..."'

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