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Atendido por sus dueños

sábado, 25 de abril de 2015

Economía y Negocios

El Mercurio

Solo tiene cinco habitaciones, pero durante las últimas semanas, el nuevo hotel boutique CasaSur ha sido calificado como el mejor en Santiago por los usuarios de TripAdvisor. En una tranquila calle del barrio Italia, lejos del ruido y cerca de todo, esta casa de los años 30 y de estilo ecléctico, fue convertida en espacios cálidos, donde atienden sus propios dueños.



Que uno de los huéspedes pase por la cocina a pedir que le calienten algo para comer. Que otro vaya a tomar desayuno en pantuflas. Que algunos se apunten en clases de cocina chilena para aprender a preparar pastel de choclo, pisco sour y leche nevada. O que uno quiera lavar su copa después de compartir un vino con los anfitriones. Todas estas son situaciones que pasan con frecuencia en CasaSur Charming Hotel, un hospedaje boutique que abrió sus puertas hace dos meses en el barrio Italia, convirtiéndose en el primero de este sector de Providencia.

Según cuentan sus dueños, la ingeniera comercial Catalina Trucco y el ingeniero civil Eduardo Klein, el paso inicial era crear una cafetería para, con los años, atreverse a montar un pequeño hotel, que fuera reflejo de sus propias experiencias de viajes. Sin embargo, al encontrar esta casa de estilo ecléctico, de 1938, que tiene dos pisos y recintos de muy buen tamaño, de inmediato decidieron aventurarse con un hotel. Incluso, transformaron el antiguo garaje para vivir allí y atender personalmente a sus huéspedes.

-Somos una pareja que ama viajar por el mundo y hacer amigos. Teníamos claro qué nos había gustado y qué no de cada lugar donde alojamos. CasaSur reúne todo aquello que sí nos gustó; nuestra prioridad es atender de viajero a viajero, en un ambiente sencillo y muy acogedor -explica Klein. Su lujo está en el servicio; en la suma de detalles que contribuyen a que quienes estén de paso en este hotel se sientan felices; como un desayuno con pan recién horneado, queque y granola casera, o que la puerta de su pieza tenga una cartel que diga "Hello Oliver" o "Bienvenido José". Típicos dulces chilenos a toda hora en el velador, un Honesty Bar para que cada uno anote el vino o la cerveza que consume o optar por el Breakfast to go, en caso de tener vuelo a primera hora y no alcanzar a tomarlo en el hotel.

Asesorados por el arquitecto Daniel Rodríguez y el diseñador Ignacio Rodríguez, remodelaron esta casona buscando que recuperara su potencial original. Así, rehicieron los pisos que estaban hundidos y la malograda tabiquería de roble y adobe, reemplazaron todas las estructuras que tenían termitas y rehicieron los servicios para contar con baños privados en las 5 habitaciones, además de una cocina y logia acorde a la nueva función de la propiedad. Abrieron varios vanos, tanto ventanas como lucarnas, para que entrara la luz y el interior se conectara con el exterior, donde conformaron una terraza con piso de ladrillo fiscal sellado y un deck de durmientes de roble, que se pensó como asiento continuo.

Catalina y Eduardo apostaron por una decoración minimalista; la crearon en base a piezas antiguas restauradas del Persa Biobío y Parque de los Reyes, complementadas con mesas y lámparas de lenga hechas por Ignacio Rodríguez, además, un mueble de apoyo multifuncional que proyectó su hermano Eduardo, en pino, para apoyar la maleta, contener la caja de seguridad y guardar la ropa, ya que las habitaciones no tenían clóset. Para dar un toque único a los ambientes, integraron vanitorios, mesones de apoyo, veladores y cubiertas de mesas de mármol. "Siempre es bueno restringir el uso de materiales para generar una estética común en los espacios; aquí igualmente trabajamos mucho la madera y la pintura blanca y gris", explican los socios a cargo de la arquitectura y el diseño interior.

Texto, Jimena Silva Cubillos. Fotografías, Carla Pinilla G.

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