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Perro

Come perro

sábado, 18 de abril de 2015

Economía y Negocios

El Mercurio




Edward Bunker escribió poco -cinco novelas, un libro de memorias y un par de guiones de cine- e hizo una suerte de cameo en una película famosa, Reservoir Dogs, de Quentin Tarantino. Es Mister Blue, uno de los ladrones que mueren al inicio del filme y a quien el guion le asigna solo unas pocas palabras (en Perro come perro hay un guiño cómplice, una mención a la siguiente película de Tarantino, Pulp fiction). Y, de paso, es el único criminal de verdad: pasó buenos años de su vida en prisiones californianas y tuvo el (dudoso) honor de ser incluido en la lista de los 10 criminales más buscados por el FBI. La escritura, claramente, lo llevó por otro derrotero (escribió sus dos primeras novelas en prisión), que sacó a relucir un talento excepcional para construir historias a partir de su experiencia y de su capacidad de observación. Que es muy alta. No en vano escritores como William Styron y James Ellroy han celebrado sus obras. El primero escribió que esta novela tiene una "espantosa autenticidad", para remarcar un motivo permanente en la obra de Bunker: los hijos abandonados por los padres y que, entregados a un sistema que va del reformatorio a la cárcel de alta seguridad, se convierten en perros de presa. La editorial Sajalin -que ocasionalmente llega a las librerías chilenas, pero es accesible vía Amazon.es- ha publicado todos sus libros.

Perro come perro es un libro que rebasa el género policial. No hay un enigma que resolver. Tampoco aparece un policía o detective como protagonista. La historia se centra en criminales. Caricaturizando al extremo, uno es el inteligente; otro, el forzudo; y el tercero, el psicópata. Pero todos ellos están fuera de los márgenes, incapaces de adaptarse, dispuestos a morir violentamente antes que volver al encierro de la cárcel. Es posible que lo más novedoso de esta novela sea el papel que desempeña el azar. Así como no hay caso policial ni detective investigador, tampoco hay un gran plan en marcha. O hay varios que ocurren sucesivamente y con resultados diversos si se los juzga desde el cumplimiento de los objetivos. Pero la trama se resuelve desde otro lugar, desde lo inesperado, desde aquello que está ahí siempre, en la realidad y en la ficción, que desencadena los accidentes, los errores, las reacciones desmedidas. Aquí la violencia no es una espiral, sino una constante, y la fina cornisa por donde circula el trío protagónico no deja mucho más espacio que para mirar el abismo e intentar mantener fijo el pulso.

Edward  Bunker.  Sajalin Editores,  Barcelona, 2014. 342 páginas.

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