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Un chaparrón inflacionario

viernes, 27 de marzo de 2015

Fernando Soto López
Economista Senior BBVA Research


Hablar de presión inflacionaria de demanda cuando la actividad sectorial ligada al gasto privado aún no logra repuntar, incluso luego del significativo impulso monetario en el 2014, no convence. El contraste empírico de este argumento no sobrevive ante el bajo dinamismo del consumo privado y de desaceleración en las colocaciones de crédito agregadas. Entonces, ¿qué razones hay detrás de esta inflación que no quiere ceder, a la velocidad que nos gustaría que lo hiciera, en el actual ciclo?
Llama la atención que algunas voces en el mercado hablen de presión inflacionaria de demanda cuando la actividad sectorial ligada al gasto privado aún no logra repuntar, incluso luego del significativo impulso monetario en el 2014.
El contraste empírico de este argumento no sobrevive ante el bajo dinamismo del consumo privado y, en particular, la contracción que muestran las ventas de bienes durables. Asimismo, en el agregado las colocaciones de crédito crecen a un ritmo más lento, asociado a un escenario más restrictivo y de mayor riesgo. Así, antes que todo, tenemos que aclarar que el fenómeno inherente a los precios pareciera ser más relacionado a persistencia inflacionaria que a presión de demanda.
En este contexto, existen dos hipótesis no excluyentes que permiten explicar esta mayor persistencia en la inflación. Por un lado, tenemos el argumento del menor PIB potencial, que de ser cierto (en particular la magnitud del ajuste que se habla) nos lleva a un escenario de lenta convergencia a los objetivos inflacionarios. Por otro lado, tenemos el argumento de la indexación y los efectos de segunda vuelta, producto de una elevada inflación pasada (por la depreciación cambiaria en 2014 y efectos puntuales de la reforma tributaria). Bajo esta hipótesis, la inflación podría ceder de manera más acelerada, más aún en un escenario de apreciación multilateral del peso.
Con todo, lo prudente sería pensar en pausas de la TPM en los meses venideros, a la espera de mayor información. Por su parte, visiones más extremas que anticipan reducciones del estímulo monetario (subidas de tasa) antes del término del año, parecieran estar bastante lejos del radar del Banco Central.

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