Sets de televisión. Periodistas, abogados y camarógrafos esperaban impacientes en el bandejón central del Centro de Justicia, mientras un empleado trapeaba el piso del lugar.
El primero en llegar fue el ex fiscal Alejandro Peña, quien pronto se perdió entre las cámaras y los noteros.
A las 8:39 los guardias comenzaron a alertarse por sus radiotransmisores: vestido de traje gris y camisa blanca arribó el fiscal nacional Sabas Chahuán.
Faltaban 15 minutos para las 9 cuando llegó el más esperado: Carlos Alberto Délano Abbott. Convertido en protagonista del principal juicio económico que registra la historia desde que comenzó la reforma procesal penal, caminó desde una esquina del Centro de Justicia, como cualquier ciudadano —no hay accesos privados—, por toda la explanada de pavimento. Avanzó con una semisonrisa y respondiendo algunos saludos, pero ninguna pregunta. Su coprotagonista, Carlos Eugenio Lavín, llegó dos minutos después junto a Carlos Bombal
Poco más allá otro de los imputados era objeto de una curiosa situación: un hombre que se sumó a la avalancha de periodistas y camarógrafos que lo seguían llevando un celular en mano en vez de un micrófono, gritaba: “¡Ladrones! ¡Se robaron el país!”, mientras se tomaba una selfie y luego enfocaba al acusado… para YouTube.
Al primer piso de la sala de la audiencia solo permitieron el ingreso de dos abogados por imputado. Los demás que aguardaban se sumergieron en comentarios, entre los que se oyó: “¿Cómo será el encuentro entre dos ex subsecretarios de Piñera, uno imputado (Pablo Wagner, ex subsecretario de Minería) y otro querellante (el actual presidente del Consejo de Defensa del Estado y ex subsecretario de Justicia, Juan Ignacio Piña)?”.
A las 9:35 un hombre joven entró cabeza gacha, sin chaqueta, de camisa a rayas verticales azul con blanco… esposado. Reinó el silencio. Era Iván Álvarez, el procesado ex funcionario del Servicio de Impuestos Internos.
La severidad del juez Juan Manuel Escobar entró en escena cuando detuvo las presentaciones de los acusados, para pedirles que dieran su identificación completa, como si quisiera dejar en claro que ahí adentro todos son iguales.
Fue así como la audiencia se enteró que los principales imputados residían en el sector de Los Dominicos y en Huechuraba.
El abogado Julián López, representante de Délano y Lavín, abrió el fuego por la parte querellada presentando incidentes que, a su juicio, ameritaban una suspensión de la audiencia.
Cuando el fiscal Chahuán iba en la lectura del 12º grupo de delitos, el juez Juan Manuel Escobar le dijo: “¿No está cansado? Porque podemos hacer un receso…”. Ya varios abogados que quisieron presenciar la “batalla de estrellas y egos”, entre fiscales y representantes, habían abandonado la sala por unos momentos.
Hugo Bravo, el ex gerente general de Penta, salió sin mirar a otros ojos, arrastrando los pies, pálido, desfigurado.
“¿Dónde está el Choclo?”, dijo alguien. Carlos Alberto Délano estaba en un rincón de la sala, al fondo, esperando que todo quedara vacío. Luego salió a caminar por el pasillo junto a Carlos Bombal, mientras tomaba una coca light.