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Solo el 1% de la investigación universitaria tiene probabilidades de transformarse en negocio

lunes, 28 de julio de 2014

Pablo Tirado
Economía y negocios

Uno de los grandes problemas es que las universidades no han entendido que la transferencia tecnológica es un fin de la investigación. Para mejorar el panorama, autoridades, privados y casas de estudios están trabajando juntos.

Las universidades están llamadas a ser la cuna del emprendimiento y la innovación, pero las casas de estudios chilenas parecen estar todavía en deuda. Las cifras, por lo menos así lo demuestran.

En EE.UU., por ejemplo, la mitad de los disclosure universitarios (proceso en el que los investigadores dan a conocer su tecnología a las oficinas de transferencia y licenciamiento) que se llevaron a cabo entre 1991 y 2006 tenía potencial comercial. En Chile, las cifras están todavía a una distancia sideral.
Según una investigación que realizó el año la consultora Genesis Partners y que incluyó 606 disclousures pertenecientes a 18 instituciones, se llegó a la conclusión de que solo el 10,6% de esas investigaciones tienen real potencial de transferencia.

Ahora bien, la cifra es un poco más dramática si se tiene en cuenta que, siguiendo la experiencia estadounidense, en el mejor de los casos existe una probabilidad de un 3,8% de que un disclosure termine en una licencia o transferencia que genere dividendos económicos. “Si miramos las cifras, finalmente a nivel local la probabilidad de que un disclosure genere dividendos económicos no es mayor al 1% en la actualidad”, dice Hipólito Escalona, managing director Consulting de Genesis Partners.

A juicio del investigador, una de las razones del bajo impacto comercial pasa porque las universidades no han alineado su visión hacia el hecho de que la transferencia tecnológica es un fin propio de la investigación. En ese sentido, explica, las casas de estudio están todavía mucho más enfocadas en la publicación, cuando la idea es que puedan ofrecer un mix. “Se pueden mejorar los incentivos y también como la universidad se alinea con las necesidades de la sociedad. Las universidades tienen que intentar resolver problemas y ojalá que las soluciones tengan un impacto global”, explica.

Pese a que las cifras parecen ser decepcionantes, lo cierto es que también ponen de manifiesto que existe un enorme mercado que se está desaprovechando y, por lo mismo, son varios los que están agarrando el guante.

Ávaro Ossa, director de Innovación de la PUC, dice que hace un par de años que vienen desarrollando programas en los que buscan unir a los investigadores con las empresas para que orienten sus investigaciones con las necesidades del mercado. “Otra de las cosas que podemos hacer es llevar a los doctorados a las empresas y eso no ha sido fácil porque no hemos logrado cautivar a las empresas”, explica. De acuerdo con su experiencia, si bien el país ha avanzando en la materia, todavía es complejo el proceso de transferencia tecnológica, especialmente si se compara con lo que ocurre con empresas extranjeras. “Para nosotros resulta mucho más fácil el mercado internacional, porque saben mucho más de esto. En el mercado nacional es todavía complejo porque es más nuevo y hay poca información”, asegura.

Por su parte, Carlos Ladrix, director UAI+D/OTT, dice que en el último tiempo ha habido un apoyo fundamental desde el Estado. “Creo que estamos avanzando fuertemente, pero necesitamos un esfuerzo colaborativo y por parte de las empresas hay que preguntarse cuán dispuestas están a apostar por este modelo donde las universidades queden más cerca”, explica. Así también dice que es crucial que se inculque la visión de mercado desde los primeros años de formación. “Cuando los académicos no tienen vínculos con las empresas se terminan proponiendo tesis que se alejan del mercado. En cambio, cuando los programas están vinculados desde el inicio, generas alumnos que se enfocan automáticamente en las necesidades de la sociedad y el mercado”, afirma.

Nuevos programas estatales


El problema es evidente y hace bastante tiempo que las autoridades —principalmente a través de Corfo— vienen tratando de solucionarlo. De hecho, del presupuesto de cerca de US$ 900 millones anuales de Corfo, US$ 60 millones se destinan a fortalecer específicamente la transferencia tecnológica en distintas fases. “Hemos aprendido que las investigaciones que se producen en la universidad están todavía lejos de poder comercializarse y, por eso, hemos estado conectando a las universidades con redes de empresas que se dedican a eso”, explica Marcela Angulo, gerenta de Desarrollo de Capacidades Tecnológicas de Corfo. La ejecutiva explica que actualmente se encuentran en plena fase de rediseño de programas para maximizar el impacto de las investigaciones en el mercado, novedades que serán presentadas el próximo año. “La idea es mover la aguja en términos de transferencia tecnológica. Nosotros queremos que, además de las publicaciones científicas, haya también contratos con empresas de proyectos de investigación y desarrollo, patentes, licencias y nuevas empresas de base tecnológica”, adelanta.

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