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Valparaíso: El incendio desmantela la otra cara de la realidad

lunes, 21 de abril de 2014


Economía y negocios

Seis de cada diez porteños no tienen casa propia, casi no hay nuevas empresas y el municipio está quebrado.

Ni un personaje ni un acto heroico. Una frase será, tal vez, lo que, con el paso del tiempo, quedará como lección del incendio que destruyó 2.900 casas en los cerros de Valparaíso: “Los pobres no eligen dónde vivir”, fue la escueta pero contundente respuesta que entregó una mujer afectada por el incendio para explicar por qué cientos de familias porteñas siguen instalando sus viviendas en pronunciadas quebradas, una sobre otra, expuestas a fuertes vientos y a la ausencia de muros cortafuego.

La pobreza de sus habitantes, y la imposibilidad de planificar y gestionar el territorio por parte de un municipio sin recursos es lo que está detrás de la tragedia: “El presupuesto municipal no alcanza ni para pagar la luz”, ha alegado el alcalde de la comuna, Jorge Castro (UDI), para explicar por qué una ciudad que fue el principal puerto del Pacífico sur, que tiene el título de Patrimonio de la Humanidad y que fue cuna del sistema financiero chileno, se ve expuesta una y otra vez a incendios, inundaciones y al colapso de su infraestructura básica.

Recordadas son la explosión de ductos de gas en la calle Serrano en 2007 (cinco muertos y destrucción de cinco edificios emblemáticos) o la rotura de una matriz de agua en Ramaditas, que provocó un alud de barro que se llevó varias casas cerro abajo y que llegó hasta la céntrica Avenida Argentina.

En 2013, Valparaíso registró ingresos totales por $46.410 millones y, de ellos, solo $18.840 millones corresponden a ingresos permanentes, según el Sistema Nacional de Información Municipal (Sinim) de la Subsecretaría de Desarrollo Regional. Todo lo demás, proviene del Fondo Común Municipal —mecanismo de financiamiento solidario entre comunas—, aportes del gobierno central y fuentes no permanentes, como, por ejemplo, la venta de activos que son parte del patrimonio histórico de la comuna.

Durante los últimos cinco años, de hecho, el municipio vendió el recinto ferial Yolanda-Barón a la Compañía Sudamericana de Vapores; el estadio, el velódromo y el parque Alejo Barrios a Chile Deportes y la ex Cárcel Pública al Ministerio de Bienes Nacionales.

Además, se evalúa vender el Palacio Lyon; el parque Quintil, en Santos Ossa, y un lote de terreno de cuatro hectáreas en Placilla.

Pese a la enajenación del patrimonio porteño, el déficit financiero no deja de crecer y encuentra su expresión más dura en el ítem educación. Hoy, las deudas del municipio bordean los $35 mil millones y, de ellos, $25 mil millones corresponden a deudas contraídas con sus profesores, principalmente por el pago de cotizaciones previsionales.

Según el director de Desarrollo Económico de Valparaíso, Juan Morales, el municipio está lisa y llanamente desfinanciado, principalmente porque no cuenta con la principal fuente de recursos de otros municipios: el pago de contribuciones.

"El 80% de las viviendas están exentas”, señala.

La proliferación de viviendas sociales en algunas zonas de la comuna, en tanto, ha representado un alivio para sus moradores, pero también impone un desafío adicional para la alcaldía: las seis mil casas básicas construidas en los últimos ocho años no pagan contribuciones y, además, hay que financiar el retiro de la basura.

La Subdere dispone de un fondo de compensación para ayudar a las comunas con más propiedades exentas de contribuciones, que asciende a $55 mil millones al año. Las que más dinero reciben por este ítem —reflejando el escaso valor comercial de sus viviendas— son Puente Alto, Maipú, San Bernardo, Temuco y Valparaíso.

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