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De 1914 al 2014: Lecciones del mundo para Chile

martes, 15 de abril de 2014

Klaus Schmidt-Hebbel
Profesor Titular, P. Universidad Católica de Chile


Este año se cumple un siglo desde el fatal año 1914, que marcó el inicio de la Primera Guerra Mundial y de 75 años de totalitarismos, guerras y miserias. Hace 25 años ocurrió la implosión de la dictadura soviética. Fue una implosión única de un totalitarismo también único, que terminó “en el basurero de la historia” (Trotsky). La implosión soviética dio origen a una pasajera ilusión sobre el “fin de la historia” (Fukuyama): la supuesta convergencia de todos los países al modelo político y socioeconómico occidental.

Sin embargo, la brutal e ilegal anexión de Crimea por Rusia, ocurrida hace pocas semanas, sepultó esta ilusión. Crimea desnudó las ambiciones imperiales de una Rusia que intenta reposicionarse en un mundo multipolar de potencias, muchas de ellas dictatoriales, cuyos intereses son cada vez más divergentes.

Lamentablemente Rusia no está sola en poner en peligro la paz mundial. A un siglo de 1914, los riesgos geopolíticos se multiplican hoy. Dictaduras que amenazan emplear sus armas nucleares (Corea del Norte, Irán) o a expandirse a costa de sus vecinos (China, Rusia). La primavera árabe que se convirtió en un invierno de guerras civiles (Irak, Siria, Sudán del Sur) o de nuevas dictaduras (Egipto). Y el eterno conflicto árabe-israelí. Todos estos riesgos amenazan la estabilidad regional, y podrían derivar en conflictos globales.

Así, el último siglo nos ha dejado tres lecciones esenciales:
Primero, que las invasiones y las guerras son iniciadas por dictaduras (de cualquier signo ideológico, como lo ejemplifica Rusia en toda su historia), no por democracias.

Segundo, que desarrollo político, económico y social van de la mano. Solo los países plenamente desarrollados han logrado un círculo virtuoso entre democracia liberal, respeto a los derechos humanos de una ciudadanía que además cumple con sus deberes, desarrollo económico basado preponderantemente en el mercado y la propiedad privada, un estado que regula y redistribuye eficazmente, un gobierno eficiente y transparente, una justicia efectiva que mantiene la delincuencia a raya.

Tercero, que lograr y mantener el tránsito por una senda hacia el desarrollo integral no es fácil ni gratis, siendo frecuente el abandono de dicha senda. Para mantenerse en ella, los países deben revisar y mejorar continuamente sus instituciones económicas, políticas y sociales, como lo analizan magistralmente Acemoglu y Robinson en “Why Nations Fail”.

Una revisión de la geografía política revela que hoy, en el 2014, conviven en el mundo seis clases de países, que enumero a continuación:
1. Los estados fallidos y/o en guerra civil, carentes de institucionalidad mínima y abundantes en pobreza abyecta y criminalidad extrema (como Haití, Mali y Sudán del Sur).

2. Los totalitarismos hereditarios, regidos por cacocracias-plutocracias de signos ideológicos variados, pero que tienen en común el sometimiento brutal de sus pueblos (como Corea del Norte, Cuba y Siria).

3. Las dictaduras de hombres o de partidos fuertes, cuyo origen puede haber sido el voto (como Rusia y Venezuela) o el fusil (como China y Vietnam). Algunas inhiben el desarrollo económico (Rusia, Venezuela), mientras que otras lo promueven (China, Vietnam). Pero todas tienen en común el ejercicio monopólico del poder y la violación sistemática de los derechos humanos.

4. Los gobiernos populistas en países de institucionalidad débil, que inhiben el desarrollo económico y la estabilidad política. Son inestables en esta categoría, pudiendo degenerar a la clase 3 o evolucionar a la 5. Sus gobernantes tienden a la perpetuación (como Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua).

5. Las democracias emergentes con economías emergentes, que avanzan, con gran esfuerzo, construyendo instituciones para el desarrollo integral (como Chile, Colombia, México, Perú, Botswana, India e Indonesia).

6. Las democracias integrales, de alto desarrollo económico, buena distribución del ingreso, con ciudadanos cuyos derechos son plenamente respetados y que cumplen con sus deberes, con gobiernos eficientes y transparentes, ya sean socialdemócratas o liberal-conservadores (no hay de otro signo ideológico). Entre estas sociedades —ejemplares en tantas dimensiones— están, por ejemplo, Alemania, Canadá, Corea del Sur, EE.UU., Japón, Noruega y Nueva Zelandia.
¿Lecciones para Chile? Derivo dos tareas para el nuevo gobierno.
Primero, reforzar la integración económica y política de Chile con nuestros socios latinoamericanos en el marco de la Alianza del Pacífico, que están en la clase de países 5 mencionada previamente (y no con los latinoamericanos en las categorías 3 y 4, quienes nos cortan el gas o las relaciones diplomáticas). Además, reforzar la integración con América del Norte, Europa y Asia, incluida nuestra participación en el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico.
Segundo, seguir construyendo instituciones para acelerar nuestra evolución desde la clase de países 5 a la 6. Al respecto, termino con la recomendación de Economist (5 de abril): “Ms Bachelet will need all her considerable political skills if she is not to sacrifice sound public policy on the altar of populism”.

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