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¿Por qué las empresas estatales asiáticas funcionan?

viernes, 13 de diciembre de 2013

Juan Cristóbal Nagel
Profesor de la Universidad de los Andes

Las personas que más conocen el mercado de aviación saben que la línea aérea Singapore Airlines es una de las mejores – si no “la” mejor – aerolíneas del mundo. Con un servicio excepcional y una flota de aviones ultra-moderna, pocas líneas aéreas gozan del mismo prestigio y admiración.

Sorprende cuando uno se entera que esta es una compañía estatal.
En América Latina, el término “empresa estatal” es muchas veces sinónimo de corrupción e ineficiencia. Sin embargo, ahora que las empresas estatales vuelven a estar en boga – de hecho, muy pronto en Chile podría haber una AFP estatal – es importante conocer las realidades corporativas de las empresas estatales exitosas.

El dueño mayoritario de Singapore Airlines es Temasek Holdings, el gigante conglomerado estatal del gobierno de Singapur. A pesar de esta relación filial, el gobierno enfatiza que no se mete en el día a día de la aerolínea. A pesar de ser una empresa pública, la aerolínea cotiza en bolsa y sus cuentas son públicas, como las de cualquier otra empresa que cotiza.

La experiencia de Singapur en este sentido es bastante orientadora. Como explica el economista Henri Ghesquiere en su libro “Singapore’s Success,” tanto Singapore Airlines como Temasek son empresas gerenciadas con criterios estrictamente comerciales, casi mercantilistas. Invierten gran parte de sus activos en el extranjero, porque ahí obtienen mayores rendimientos. Estas empresas siguen criterios de mercado – compiten fuertemente en mercados internacionales, y se someten a las mismas reglas que sus competidores.

Una cosa que las distingue es que estas empresas estatales permitieron seguir la estrategia de desarrollo del gobierno de Singapur, que consistió en el uso del ahorro de la nación para la acumulación masiva de capital que permitiese aprovechar la ubicación estratégica de la isla como centro de acopio y logística. Es difícil creer que Singapore Airlines sería lo que es hoy sin que detrás hubiese habido una decisión clave del gobierno de Singapur de desarrollar tanto el aeropuerto de Changi como el puerto de Singapur, hoy por hoy el de mayor tráfico del mundo.

Singapur no es el único lugar donde se aplican estos criterios. Una gran parte de las industrias chinas son empresas estatales o mixtas. En toda Asia, los bancos estatales continúan jugando un papel decisivo en la orientación del capital hacia ciertas actividades productivas. Y a pesar de ser una compañía privada, es innegable que la sintonía entre Samsung y el Estado coreano ha facilitado el éxito de esta compañía. Incluso Brasil, con el ejemplo de Petrobras, pareciera estar coqueteando con este modelo.

El factor común en todos estos ejemplos es el uso del mercado para disciplinar a las empresas estatales o para-estatales, unido al desarrollo de las mismas bajo una visión estratégica. Toda ayuda – ya sea una recapitalización por parte del Estado, un subsidio, o una rebaja de impuestos – venía amarrada a la condición de que la empresa demostrase tener éxito en el mercado.

Esa simbiosis entre política industrial, decisiones estratégicas, y empresas estatales fue determinante para que Asia aumentase su productividad mediante la acumulación progresiva de capital en industrias donde sus economías tenían ventajas comparativas.

Ahora que en Chile se plantea el rol de las empresas estatales, es importante que las candidatas aclaren bajo qué tipo de criterios serán manejadas. SI no se incorpora el rol disciplinario del mercado y si no se aclara el objetivo estratégico de las empresas estatales en el aumento de la productividad, terminaremos creando elefantes blancos estatales, iguales o peores a los que tanto costaron a nuestras economías en el pasado.

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