Estudio del Centro de Filantropía e Inversiones Sociales (Cefis) de la UAI: Recursos por casi US$ 84 millones canalizaron diversas fundaciones filantrópicas en Chile durante 2015, que en su mayoría destinaron a ayuda social relacionada con la educación. Así se desprende del estudio titulado Filantropía Institucional en Chile: Mapeo de la Filantropía e Inversiones Sociales, elaborado por el Centro de Filantropía e Inversiones Sociales de la Universidad Adolfo Ibáñez (Cefis - UAI), en colaboración con Harvard Kennedy School y que buscó caracterizar cómo es la filantropía que proviene de fundaciones. La investigación indagó el trabajo de 108 fundaciones, considerando que reunieran distintos criterios: entidades que estén legalmente constituidas -inscritas en el Registro Civil-, que estén operativas, que cuenten con financiamiento estable o permanente -cuyo 50% o más provenga de recursos privados-, que posean un directorio u organización equivalente en su dirección y que, por cierto, distribuyan recursos financieros entre beneficiarios con fines sociales. Y por primera vez, los autores del estudio lograron identificar el aporte monetario de las fundaciones al gasto social. Dicho monto, de casi US$ 84 millones totales, equivale al 0,03% del PIB de Chile. En el caso de Brasil, los montos involucrados por este concepto representan el 0,05% del PIB y en Estados Unidos, el 0,35%. "Es un aporte importante, que por primera vez lo estamos visibilizando. Los montos involucrados son relevantes, comparándolos con el otro dato que tenemos en Chile, que son las donaciones registradas a través de leyes de donaciones, que son alrededor de US$ 250 millones al año. Acá hay un sector que está contribuyendo a engrosar ese monto", dice Magdalena Aninat, directora del Cefis de la UAI y una de las autoras de la investigación, junto a Isidora Fuenzalida, coordinadora de investigación del Cefis. Entre las principales conclusiones -que serán presentadas este martes en un evento-, destacan que casi la mitad (45%) de las fundaciones son de tipo familiar -fueron establecidas y funcionan con fondos de una familia-, mientras el 29% son independientes, es decir, de un individuo o grupo de individuos o incluso, de organizaciones extranjeras que las sustentan. Además, la mayoría funciona con programas propios (58%) o, al menos, con un sistema mixto (24%) y solo el 18% se dedica únicamente a donar a terceros los recursos. Además, existen políticas de evaluación de la gestión realizada (65% las posee) -principalmente, con equipos internos-, y aunque el 92% manifiesta que su directorio no recibe compensación económica por sus funciones, están muy involucrados en la gestión. El 98% participa en la toma de decisiones o en la definición del presupuesto anual, y el 76%, en las políticas de medición y evaluación. Todos datos que permiten concluir que las fundaciones, en general, están muy involucradas en la gestión de la actividad filantrópica y social. Además, Magdalena Aninat agrega que el estudio da cuenta de que tienen una buena estructura de gobierno corporativo y con trayectoria, por lo que hay una oportunidad de canalizar más recursos y aprovechar estas estructuras y su capacidad instalada. En materia de recursos, la fuente de financiamiento mayoritaria es la empresa (para el 39% es la fuente principal), seguida del aporte de una familia o individuo y el endowment . Y desde el punto de vista del destino de los recursos, es educación el rubro al que más llegan recursos -US$ 23 millones de los US$ 83,7 millones totales-, aunque al analizarlo como promedio por fundación, destacan los aportes a ciencia, tecnología e investigación, con US$ 1,2 millones por entidad (ver infografía). A su vez, si se desagrega el total de recursos por tipo de ayuda, las donaciones a terceros -transferencias económicas y no recursos que las fundaciones dirigen con programas propios- alcanzan a un total de US$ 20,6 millones. De este tipo de aportes, el estudio catastró 1.500 donaciones a 800 donatarios durante 2015, en su mayoría organizaciones sin fines de lucro, individuos, universidades, escuelas, entre varios receptores. En el detalle por tipo de fundación -familiar, empresarial o independiente-, se ve que en las de tipo empresarial la ayuda no se canaliza a través de donaciones o transferencias a terceros, sino que toda la contribución la realizan a través de programas propios o mixtos. Cuando son fundaciones familiares, hay un 26% de aportes que corresponden solo a donaciones terceros. En las fundaciones independientes, la donación a terceros corresponde al 21%. Las fundaciones familiares canalizan US$ 36,6 millones -de los US$ 84 millones totales- y priorizan su gasto social en educación (US$ 10 millones) y arte, cultura y patrimonio (US$ 9,8 millones). Las empresariales aportan US$ 33,6 millones del total y los destinan de manera más equilibrada entre educación, bienestar social y ciencia, tecnología e innovación (casi US$ 9 millones a cada uno de estos ítems). Y las fundaciones independientes aportan US$ 13,4 millones del total y priorizan también educación (casi US$ 4 millones). El conjunto de fundaciones da empleo remunerado a 1.321 personas en jornada completa contratada, es decir, 16 personas, en promedio, por entidad. Otros datos que arrojó el estudio muestran que, por ejemplo, la mitad de las fundaciones (49%) declara explícitamente que su entidad no busca alinearse con las prioridades gubernamentales. Magdalena Aninat explica que entre las razones, las fundaciones apuntaron a varias causas. Algunas entidades buscan complementar el rol del Estado, es decir, actuar donde este no actúa, otras declaran que no comparten la visión del Gobierno o que su foco es más bien regional o local. |
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